Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

tribuna del lector

París bien vale una misa

Sí, París bien vale una misa y sin ningún resquicio a la irreverencia y con todo respeto, me permito emular a Enrique de Borbón en su paradigmática demostración de que el fin justifica los medios.

Recurrir al hecho histórico parece oportuno para recuperar nuestra conexión aérea con París: enlace que sin subvenciones funcionó exitosamente durante bastantes años y a la que el estratégico vendaval de Air France hizo desaparecer, conjuntamente con un rosario de líneas servidas por la compañía gala. Oscuro nubarrón que contrasta con el diáfano panorama que ofrece el Concello vigués -personalmente nuestro alcalde- manteniendo y mejorando las líneas existentes e incorporando un amplio abanico de nuevos enlaces.

Teniendo Vigo imperiosa necesidad de contar con esa conexión aérea, debiera ser un objetivo prioritario en el laudable programa que en este campo lleva a cabo nuestro ayuntamiento, sin regatear esfuerzos ni desdeñar medios para alcanzar la meta; incluso sacrificando, si fuese necesario, alguna de las nuevas conexiones. Porque dentro de parámetros lógicos no puede comprenderse que las aerolíneas se aventuren a nuevas conexiones, teniendo que someter los estudios previos al examen de la realidad y no opten por una línea reiteradamente revalidada y con el seguro respaldo de la factoría Citroën ubicada en Vigo. Sepamos elegir logros y renuncias y recordemos que Enrique de Borbón renunció a su religión protestante y se acogió al catolicismo para poder ser coronado.

Por otra parte y dentro del mismo razonamiento, no sé cómo puede explicarse que A Coruña y Santiago disfruten de ese enlace y que Vigo, primera ciudad gallega y sede de una factoría que aporta un significativo porcentaje del tráfico con la capital francesa, carezca de un servicio de tan perentoria necesidad que, aunque no sea lo más recomendable, habría que reponer recurriendo incluso al planteamiento inicial, cuando se hacía una breve escala en Valladolid -sin descender del avión-, para incorporar el tráfico gestado por otra factoría francesa, la automovilista Renault.

En definitiva, es imprescindible volcarse sin desmayo en pro de la reposición de una línea emblemática y de suma importancia para Vigo, sobre todo para su carismático y mayor complejo industrial. Por eso hay que sobreponerse a que Vigo tenga que nadar, una vez más, contra corriente, lastrado por la cercana competencia de Oporto y la deleznable ley política del embudo que tradicionalmente apoyó a las terminales del norte, desdeñando a la del sur. Ante esta nefasta evidencia hay que aunar voluntades, leales colaboraciones y búsqueda del bien común, conformando el piolet que nos permita coronar la difícil ascensión a que nos enfrentamos.

Confiemos, pues, en que los buenos oficios de que, en este sentido, están dando muestras nuestros gestores municipales se manifiesten exitosos en una reivindicación que no parece necesitar e rebuscados argumentos. París bien vale una misa y el sacrificio que pueda conllevar.

Compartir el artículo

stats