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"Seny" y "rauxa"

Duran se ofrece a Rajoy para un Gobierno "cuerdo", mientras el arrebato preside la negociación de Mas y la CUP

Duran, único depositario del "seny", no le hace ascos a un Gobierno del PP después del 20 de diciembre. Ni a participar en él (si saca algún diputado). ¿Conclusión? La cordura catalana (lo poco que queda de ella) es la sensatez acrítica de Rajoy. O le está muy próxima. Y tampoco es tan extraño: cuando uno siente la tierra temblar bajo sus pies, hasta el refugio más vulgar parece confortable.

En la mesura del gallego cabe ahora hasta el derecho a decidir (respetuoso) del oscense. Y todo porque su exsocio Mas intenta comulgar con el puño en alto de la CUP, con el comprensible enfado del "botiguer" (tendero), que no entiende qué "rauxa" (arrebato) le ha dado al president para coger la hostia de forma tan aviesa.

A Duran le gustaría recordarle a Mas este pareado, emblemático del acervo sapiencial del "seny": "Tenen els plaers de la vida / bona entrada i mala eixida" (tienen los placeres de la vida / buena entrada y mala salida). Sustitúyase "placeres de la vida" por "aferrarse a la poltrona", aunque no rime, y se verá a que "mala salida" se refiere el aforismo.

Claro que debe de hacer mucho tiempo que Mas no repasa su ejemplar de "Bon seny", la recopilación de lecciones morales que Josep Abril i Virgili publicó a principios del pasado siglo, alentado por el obispo de Vich, Josep Torras y Bages, que estaba muy interesado en la transmisión generacional de la cordura.

Pero Mas es listo, y además de poseer una mandíbula capaz de encajar cualquier golpe, se ha dado cuenta de que la nueva generación (la CUP) pasa del "seny" como de la mierda. Más que nada, porque piensa que él es fruto de una cultura política que ha transmutado lo primero en lo segundo. Aparte, tienen la sartén por el mango porque no quieren el poder, sino el proceso, y en caso de duda preguntan a las bases.

En la asamblea del pasado domingo, la militancia "cupera" acordó seguir negociando con Junts pel Sí (JxS) la búsqueda de un candidato que no sea Mas y, en caso contrario (segunda opción más votada), instó a sus diez diputados a forzar la convocatoria de nuevas elecciones (las cuartas en poco más de cinco años). El día 27 volverá a hablar, y esta vez para tomar una decisión definitiva.

La CUP, a la que un sondeo de ayer mismo augura un escaño más en esas hipotéticas terceras anticipadas, podría arrostrar el "fracaso" de una nueva cita con las urnas; pero Convergència (CDC) y ERC, juntos en JxS o por separado, se resentirían. Y, con ellas, todo el proceso. Mas lo sabe y por eso porfía tan agónicamente.

Sin embargo, debería imitar la coherencia que está demostrando la CUP en esta larga y tediosa negociación: convendría que al menos CDC consultara a sus bases, pues el acuerdo entre sus siglas y las de los anticapitalistas (agua y aceite, dinero y amor) es tan contranatural que en otras circunstancias soliviantaría a sus simpatizantes. Y es probable que en las actuales también instigara una rebelión. En cambio, el ofrecimiento del patrón del "seny" al detentador de la sensatez, sin rastro de "rauxa", seguro que será bienvenido.

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