El alcalde de Vilagarcía, Alberto Varela y la edil Paola María se han sentado juntos en el salón blanco de Ravella para explicar el enésimo ambicioso proyecto con otros 700.000 euros para recuperar el castro de Alobre, en pleno corazón urbano de Vilagarcía. La también conocida como Finca do Montiño, un pulmón de nada menos que 20.000 m2, está sujeta a periódicas intervenciones que siempre terminan en fiasco, desde el mismo momento en que se localizó la necrópolis, ya destruida.

Hacer las cuentas del dinero que se ha enterrado en este parque es del todo imposible por factores que no vienen a cuento, por extensos y obscuros.

Ha pasado muchas veces. Llueve sobre mojado. Se ha gastado mucho dinero en catas, estudios, carteles o en un mobiliario siempre tan endeble que apenas dura un par de inviernos. Basta con fijarse en las escaleras de madera que se instalaron para salvar los distintos desniveles de una montaña. En las fincas particulares se suelen aprovechar los lugares naturales para escalonar el paso. O los paneles de madera cuyos restos se hallan esparcidos por el terreno después de temporales meteorológicos y vandálicos.

¿Y qué decir de los hallazgos? Cierto que muchos son de valor incalculable como la etrusca fíbula de Navicella o la interesante cerámica. Quizás tenga relevancia la "telleira", única en Galicia en un castro urbano. aunque ni los historiadores se ponen de acuerdo. Ahora se inyectan más fondos que vienen de Europa y, como tal, un dinero fácil para repartir a espuertas. Y el castro volverá al olvido.