No tengo palabras para definir la situación actual del arbitraje gallego. Esperpéntica me parece. Llevo desde 1972 en el arbitraje. Fui árbitro en activo en la dictadura, en la transición y en la democracia y no me puedo creer lo que está pasando. Todo esto tiene un culpable que es Rafael Louzán y su junta directiva. Está claro que el problema lo ha creado nuestro colectivo, pero no es de recibo que el encargado de una, en este caso de Santiago, un don nadie, una persona que no ha sido nada en el arbitraje y que ha mostrado una deslealtad fuera de lo normal hacia su superior, pueda hacer lo que le dé la gana. Esta persona se ha basado en su antigüedad en el colegio para preparar un incendio improcedente y consentido por el presidente de la Federación y sus directivos.

En el poco tiempo que llevaba Fernando Iglesias al frente del colegio habíamos notado varios cambios para bien, cambios que sin el apoyo de Louzán hubieran sido imposibles. Pero para mí su comportamiento en este asunto ha supuesto una auténtica decepción, una frustración y es tremendo el daño tremendo que ha causado a nuestra organización. No ha sabido responder con mano dura al primer problema que se le ha presentado, y prefirió liquidar al que posiblemente será, después de Medín Prego, el mejor presidente que tenga el arbitraje gallego.

En los nueve meses que lleva en el cargo ha realizado numerosas innovaciones y logros en nuestra organización, como por ejemplo el clinic de convivencia con árbitros de Tercera División, Preferente y asistentes, y sus respectivos delegados, en Cabeza de Manzaneda donde en todo un fin de semana, además de las pruebas clásicas, hicieron un cursillo de primeros auxilios; ha conseguido que por primera vez en la historia del árbitraje, una reunión con altos mandos de la Guardia Civil de Galicia y Madrid para prevenir la violencia en el fútbol; se hicieron en nueve meses más cursillos de informadores técnicos que en toda la vida del arbitraje gallego; se logró que ascendiera a Segunda B a una mujer de la delegación de Lugo y que próximamente asistirá de asistente en un partido internacional en Israel; en las designaciones de informadores se acabó el ocultismo, los árbitros saben quiénes van a realizar esa función; y un montón de cosas más de carácter administrativo y de organización; y me consta que muchas ideas que tiene en mente a ejecutar siempre para mejorar la calidad de nuestros árbitros.

Es indignante y descabellado lo que ha sucedido. El delegado de Santiago llevaba tiempo provocando a Fernando Iglesias. Lo estuvo aguantando hasta que se vio obligado a expedientarlo por prácticas desleales que terminaron en su deseo de cambiarlo. El señor Louzán, aún sabiendo que Fernando Iglesias estaba actuando en base a ley y con la responsabilidad que le caracteriza, prefirió darle la razón a un don nadie del arbitraje y empujar a la salida a Iglesias.

Estoy a favor de la verdad. A Fernando Iglesias le conozco desde siempre, empezamos muy jóvenes en el arbitraje. Él lo ha sido todo: árbitro, directivo, informador del fútbol base, informador del fútbol profesional, delegado y presidente. Conoce el mundo que rodea el arbitraje, dirigir, controlar, el reglamento, saber estar, don de gentes, honesto, trabajador y responsable, no se le puede pedir más. ¿Qué hará Louzán cuando tenga un problema de verdad?

No queremos que esto se vea como un problema entre el norte y el sur. Los árbitros de Vigo hemos decidido ir a la huelga el próximo fin de semana si no se atienden unas peticiones sencillas y que daremos a conocer estos días a la propia Federación Gallega. Nos sentimos apoyados por los compañeros de Ourense, Pontevedra y muchos otros del resto de delegaciones. El problema tiene solución. Un maleducado no puede triunfar, y mucho menos en base de liquidar al que lo está haciendo bien. La solución se la hemos dado al señor Louzán y la decisión está en sus manos. Nosotros no pedimos cabezas de nadie, ni tan siquiera la del delegado de Santiago; no somos como los demás, anunciamos con tiempo nuestra posible huelga y lo que pedimos es que se respeten las posiciones de los que dirigen, siempre que lo hagan desde la firmeza, la responsabilidad y la honorabilidad, como es el caso de nuestro presidente de árbitros, Fernando Iglesias.

*Ex juez de línea internacional