Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

la mirada //

La máxima de Lampedusa

Semana intensa la que hoy termina. La cuestión estrella ha sido la imputación de 46 políticos, funcionarios y empresarios en la Operación Patos, una causa que algunos quieren presentar como un tótum revolútum, aunque las imputaciones de unos son de mayor calado que otras. Porque no es lo mismo amañar presuntamente adjudicaciones que recibir, supuestamente, regalos navideños. Y por delante vaya, que quien sea culpable pene ante la Justicia.

Pero no ha sido la Patos, la única noticia política de la semana. Estuvo a punto de pasar inadvertida pero el secretario xeral del PPdeG, Alfonso Rueda, no repetirá como coordinador de la campaña electoral de las generales en Galicia. Tras haberlo sido en las últimas siete citas con las urnas, da un paso atrás. ¿Lo renueva Feijóo? ¿Por qué siguen Carlos Negreira y Rafael Louzán, al frente de sus respectivas provincias, y Rueda se convierte en el primer cambio de la renovación prometida por Feijóo tras perder en Galicia el PPdeG la Diputación de Pontevedra y las ciudades de A Coruña, Santiago y Ferrol? Estas y otras preguntas se hacían en el PPdeG tras el anuncio de que el nuevo coordinador electoral será el exregidor de Ferrol, Juan Manuel Rey Varela. Que reine la calma porque como bien decía Tancredi a su tío Fabrizio en El Gatopardo de Lampedusa: "Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie". Así que el status quo en el PPdG sigue inalterable. Lo único que ha sucedido es que el número dos de los populares y el número dos de la Xunta se guarda las espaldas,pero coloca a uno de los suyos en su puesto. El potencial delfín de Feijóo no puede sumar otra derrotal electoral en el espacio de ocho meses, y como las encuestas pintan bastos Rueda se cura en salud. Siempre puede volver a coger las riendas electorales para las autonómicas si el resultado de diciembre es muy malo.

El movimiento de Rueda puede parecer insignificante al lado del de Beiras, que esta semana puede haber firmado el acta de defunción de su antigua formación, aquella a la que encumbró a lo más alto, al convertirla en 1997 en alternativa y segunda fuerza de la Cámara autonómica. ¿Cómo? Al sellar un acuerdo con Podemos e Esquerda Unida, que de entrada ha excluido al BNG, al que no cierran la puerta, pero han tratado como un segundo plato. Sus cuentas habrán hecho, y no necesitarán a la formación frentista para sumara escaños en las Cortes. Pensarán que pueden fagocitarla y luego digerir los restos, sumando a su causa a los cuadros mejor preparados, pero si el PPdeG ha diluido su carácter galleguista, como advertía la semana pasada Jesús Palmou en este periódico, también Beiras, el totem del nacionalismo gallego contemporáneo, ha descafeinado su lucha por la nación gallega, en aras de la batalla por finiquitar "el régimen de la segunda restauración borbónica y abrir un proceso constituyente", en el que tiempo habría, según el vecino de A Reboraina, de reivindicar a la nación gallega.

Con la incógnita, de quién habrá ganado el pulso que llevan manteniendo todo el verano, Podemos, que quiere imponer la hegemonía de sus siglas, o Beiras, que exige aprovechar el rédito electoral de las Mareas, no podemos proclamar ganadores, pero el primer damnificado es el BNG. Está claro.

Y tres meses después de que la Diputación de Lugo estrenase presidenta por sorpresa, el PSdeG ha reconducido la situación, y la moción de censura con el BNG está pactada. El líder de los socialistas gallegos, José Ramón Gómez Besteiro, que se jugaba también la presidencia de la Fegamp, puede respirar aliviado, pero no del todo. Recuperar el ente provincial no borra la huella de que ha quedado tocado por este traspiés en sus dominios y todavía le queda la imputación en su etapa como edil de Urbanismo en Lugo.

Compartir el artículo

stats