La ampliación de Rande, una necesidad urgente y prioritaria, se ha quedado a la cola. Mientras las obras de Audasa en la AP-9 en Santiago cumplen con el ritmo previsto y -si todo sigue igual- estarán listas en plazo, a finales de 2016; en Vigo, por el contrario, la ampliación del viaducto suma siete meses de completa parálisis. Lo curioso es que -no lo olvidemos- las obras en la autopista se iniciaron por la exigencia de incrementar la capacidad de Rande, que se colapsa verano tras verano.

¿Se construirán al final otros proyectos mientras el central, el que responde a una reclamación histórica, se relega al fondo del cajón? No tiene sentido. Sobre todo cuando el Gobierno ya autorizó a Audasa a emitir con condiciones ventajosas obligaciones por 195,8 millones ampliables a 400 para sufragar las obras. ¿Vendrá después la concesionaria a exigir la compensación pactada de la subida del peaje?