Con posible reiteración morbosa, y casi repitiéndome como el cociente de una periódica pura, he venido abogando por un talante de racional entendimiento entre los órganos gestores de las distintas administraciones y entre ellas, por supuesto, el Ayuntamiento y el Puerto de Vigo. Seguramente no se me ha prestado atención y, si se hizo, han reforzado una ingrata sensación de frustración.

Como no puede ser de otra manera, el vínculo entre Ayuntamiento y Puerto sigue vivo, pero parece ser que se trata de un matrimonio que más que convivir se soportan y están siempre dispuestos a la gresca, actitud inadmisible para el sentido común y que agrava su irracionalidad por el hecho de que el alcalde haya sido con anterioridad presidente del Puerto.

Cuando celebramos eufóricos la indiscutible mejora en el tráfico portuario, con un abrumador liderazgo regional en el movimiento de contenedores y con enriquecedora presencia de visitantes que desembarcan de increíbles ciudades flotantes, a las que la rutina es incapaz de empañar su espectacularidad, vuelve al primer plano de la actualidad un conflicto administrativo que, me temo, contiene ingredientes que rebasan el ámbito de los trámites administrativos y urbanísticos

En este puntual nudo gordiano está la posibilidad de que las antiguas naves de la fruta, en el muelle del Arenal, se remodelen para convertirlas en una segunda terminal para acogida de cruceros y ubicación de establecimientos comerciales y de ocio

El ya añejo objetivo de contar con un plan de usos que permitiese a la Autoridad Portuaria distribuir adecuadamente las superficies del perímetro de su juris- dicción parecía ver, al fin, la luz verde con la aprobación por el Ministerio de Fomento el pasado mes de abril. Sí, pero no. Algo similar a lo acontecido con el futbolista De Gea, que ya se consideraba jugador del Real Madrid y, por un pequeño retraso administrativo, ha tenido que volver a la disciplina del Manchester United. En el plan de usos del puerto los trámites administrativos pendientes atañen a una pléyade de organismos y, por ende, una vez más tenemos que acudir al "tarde me lo fiais" ¿Segunda terminal marítima?

Con un ánimo moral poco justificado pretendo alzar mi voz en busca de sentido común, consenso y viabilidad que dejen totalmente al margen motivaciones políticas para que el normal entendimiento entre los miembros de este indisoluble matrimonio repercuta favorablemente en Vigo, ciudad y puerto. Por el contrario, en el enfrentamiento no habría vencedores ni vencidos, sino un claro perjudicado: Vigo, ciudad y puerto. Debo añadir que, en modo alguno, quiero emitir juicios de valor sobre las parciales cuotas de posesión de la verdad -la absoluta no puede aplicarse a nadie en particular-, pero sí pedir a las partes implicadas reflexión y examen de conciencia, reconociendo cada una de ellas los errores que lícitamente les sean atribuidos y, sin desdoro, poner manos a la obra para subsanarlos.

¿Segunda terminal marítima? No se puede obviar la legalidad, doblemente exigible cuando ha de cumplirse por las autoridades que, entre otros deberes, tienen la obligación de velar para que así se haga. Sin embargo, en el puntual roce a que vengo refiriéndome, tal vez pudiera tenerse en cuenta que se trata de naves ya construidas y actualmente en desuso, a las que unas obras interiores de adaptación devolverían su perdida utilidad y puesto que se modificaría el contenido, pero no el continente, no parece que debiera suponer un negativo y decisivo impacto para el informe de los técnicos de Urbanismo. Además, si la dicotomía de competencias reserva a la Autoridad Portuaria la determinación de los usos podría considerarse como un adelanto de la más que probable consolidación de una segunda terminal marítima, cuya necesidad adquiere caracteres de imprescindible cuando hay confluencia de cruceros.

Todo ello no es óbice para la crítica por la prolongada e inaceptable demora en asentar definitivamente el plan de usos, consiguiendo el consenso y visto bueno de los diferentes órganos a que compete. Es un objetivo irrenunciable y de vital importancia para el binomio Vigo-Puerto y, por ello, no podemos permitirnos el lujo de admitir que todos la mataron y ella sola se murió.