Faro de Vigo

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La primera, en la frente

No voy a negar que estoy de vacaciones pero no he podido evitar desde mi resaca poscoitumnavideño pedir espacio hoy para felicitaros el nuevo año. En el fondo es porque me he quedado sin amigos con quien hablar por efecto de los males que acosan a estas fiestas, esto es, el exceso de comer y de beber por no entrar a hablar de otras coiundas. Ayer de mañana, antes de hilvanar estas líneas, quise hablar con varios de mis amigos para invitarles a un happening en mi casa, una parte de los cuales había dejado en calamitoso pero jubiloso estado allá casi por las seis de la madrugada del Año Nuevo. Solo uno acertó a descolgar el teléfono y mascullar: "¿Otra fiesffa? No fuedo más". La culpa es mía por frecuentar a mayores de 40 y hasta de 50, que no filtran bien.

La segunda, en la boca

Yo en Año Viejo hice cena en casa con la mitad de mis hijos, o sea Xisela, a la que acompañaba su varón preferido, o sea Alfonso. La otra mitad, o sea Ignacio, vino a la copa. Les hice entre otras cosas una sopa de picadillo (bueno, me la hizo una amiga a escondidas) y un cabrito de gloria (bueno, me lo hizo el Capitá las calladas). A la hora de las copas se me empezó a llenar de gente interesante de su generación, tales cual Diego Suárez Llanos, superBárbara Pérez Bugallo, David Cabaleiro, Nacho Alonso, Sonia Santos, Olaia Sendón, Iria, Alfonso Álvarez Canella, Álex Espeleta..., los más relacionados con el mundo del cine, enseñanza y moda, y decidí dejarles a sus expensas porque ya tenían edad para quedar solos. Di un salto pues, sin salir del sistema defensivo del barrio viejo, a la casa de Lolailo Domínguez, donde se regocijaban damas como Marian Areán, Sara Guerra, Isabel y Ariadna Rial , Nuna Nogué, Ana "Lamari" ... Había tantas mujeres (solo dejaron pasar al músico Alberto Conde, a Eloy Pascual y a otro varón destemido) que aquello parecía un gineceo y me dio una miaja de pánico de género. Salí de allí en perfectas (no ferfetas) condiciones y, a un tiro de piedra, me fui a la fiesta de Amparo y Sesi Pino en su residencia habitual junto ala iglesia concatedral. Vi por allí a Encho García Senra, Rosa Rivas, Natalí Rodríguez, Luis Darriba, Urbano Rodríguez y su Nati, Lupi Castillo, Ricardo Álvarez... Bueno, allí, en fin, todo se movía con fervor, fuera el alcohol, los cuerpos, las palabras... y volví muy tarde a mi casa, pero no tanto como para que no siguiera llena de la gente interesante que había dejado cuatro horas antes, increíblemente, en muy buen estado de revista.

La tercera, en el pecho

En la casa de la Lolailo había un varón que se parecía mucho a un portugués que conocí estos días en Braga, cuando paseando por su calle Diogo Sousa, entré en un restaurante que llevaba el osado nombre de "Alta burguesía". Paradójicamente, solo servían allí hamburguesas aunque de muy buena factura. Allí fue donde conocí a Jorge Freitas, su propietario, que si allí te ponía hamburguesas en la Escuela de Periodismo de Oporto era profesor, articulista en alguna revista y conferenciante donde fuera menester. Un tipo interesante.

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