Siempre se le veía leyendo. Siempre sentado con un libro en la mano. Un compañero de la comunidad del Monasterio aseguraba que jamás conociera a un hombre que dedicara tantas horas a la lectura. Aún a hora de comer tenía algún libro sobre la mesa. Era en definitiva el Padre Feijoo un lector compulsivo, infatigable, que saciaba su inmensa curiosidad y necesidad de conocimiento a través de los libros que llegaban a su mano.

En las bibliotecas de los monasterios predominaban los libros de teología y religión pero buscaba el Padre Feijoo libros científicos, libros en hablas extranjeras y en algún caso, hasta de autores no bien admitidos por la ortodoxia católica. Por eso tuvo que formar una biblioteca particular en su habitación que reuniese todos aquellos temas que centraban su atención.

Quizás no era la biblioteca del Padre Feijoo tan voluminosa como la de su amigo fray Martín Sarmiento, gran bibliófilo, pero sí lo era en calidad de ediciones y en la amplitud de disciplinas del saber, como nos muestran los trabajos de Hevia Ballina o Delpy.

A su muerte los libros del Padre Maestro, segundo disponían las constituciones de la Congregación de Valladolid, debían viajar desde Oviedo hasta el monasterio de su profesión, en este caso el de Samos. Durante años el importante legado permanece allí, junto a otros objetos, manuscritos... mas como consecuencia de las medidas desamortizadoras del trienio liberal, en 1820, la biblioteca del Padre Feijoo, recala en la Provincial de Lugo. Tres años más tarde regresa al Monasterio de Samos hasta que se produce la exclaustración definitiva de 1835, en la que la Diputación de Lugo vuelve a hacerse con su propiedad. A partir de esta época los libros del Padre Maestro que sobrevivieran a los diferentes traslados se colocan separadamente en una librería denominada "feijoniana". En 1941, restablecida la comunidad monástica en Samos, el abad Mauro Gómez Pereira conseguía la biblioteca, con el fin de ser instalada en la que tradicionalmente se venía identificando como la cela del Padre Feijoo. El infortunio quiso que diez años más tarde el Monasterio sufra un gran incendio, y entre las pérdidas, la biblioteca del Padre Maestro.

En la exposición "O Padre Feijoo. Cidadán libre de la República Literaria" organizada por el Museo Arqueolóxico Provincial de Ourense reunimos los escasos libros que pertenecieron al Padre Feijoo y que por diversos motivos lograron sobrevivir a todas esas circunstancias: las Antigüedades de Herculano que conserva el Archivo Histórico de Asturias, la Bibliotheque Orientale y Recreations mathematiques et physiques de Ozanam, hoy en la Biblioteca Nodal de Lugo, la primera edición del Diccionario de la Lengua en el Monasterio de Samos, junto con los Dialogues sur l'eloquence y la Relación histórica del viage a la América meridional de Jorge Juan y Ulloa que llegaron a la biblioteca del Seminario Mayor de Ourense. Libros resto de la que con orgullo el Padre Feijoo denominaba "mi librería" y de un amor sobre el que escribía en el discurso "Desagravios de la profesión literaria": "¿Qué cosa más dulce hay que estar todos los días con los hombres más racionales y sabios que tuvieron los siglos todos, como se logra en el manejo de los libros? Si un hombre muy discreto y de algo singulares noticias nos da tanto placer con su conversación ¿cuánto mayor le darán tantos como se encuentran en una biblioteca?".