Está comprobado que el "Baltic Breeze" entra casi una milla más al sur del punto correcto, rumbo al fondeadero de Cíes. Va a cruzar la ría enseñando la luz verde al pesquero "Mar de Marín", por lo tanto éste cae a babor para darle la luz verde, aunque desde control marítimo le advierte de que así se sale de su canal, el patrón del pesquero le dice que es así, pero que el mercante viene rumbo a él. El mercante escucha la conversación y sin salir de su canal cae a estribor para enseñarle al pesquero la luz roja y su costado de babor pero sin reducir su velocidad y con todos los focos de proa encendidos ya que estaban preparando el fondeo (iba a realizarse a los 10 minutos); por lo tanto, dado que había poca visibilidad por haber viento fresquito del sur y llovizna, unido a todo el alumbrado de la proa del puente, ningún buque que esté cerca puede ver sus situaciones ni saber su rumbo.

El "Baltic Breeze" en ningún momento hace sonar la sirena del barco, ya que ningún tripulante del pesquero las escucha ni tampoco los del "Halcón", buque de Aduanas que recogió a los supervivientes y estaba a dos millas al norte del punto fatídico.

El "Baltic Breeze" embiste al pesquero con su torpedo de proa (bulbo) en el corazón del pesquero (un metro por la popa del puente). Todo esto es imposible hacerlo peor.

Los diez tripulantes del pesquero en menos de un minuto se reúnen en el puente, sanos y salvos. Ahora viene lo peor del capitán del "Baltic Breeze", que es lo siguiente: asustado da marcha atrás con toda y suelta al pesquero, hundiéndose al momento, cuando si hubiese mantenido la máquina avante el pesquero se mantendría a flote unos minutos, tiempo suficiente para poner los trajes de supervivencia e incluso echar las balsas y no hablaríamos de ninguna muerte; cinco hombres a los que tanto recordamos y lloramos.

Para los que desconozcan la navegación (la juez no tiene que saber de todo, pero para esos casos hay asesores que se pueden consultar) hay que hablar de una carretera y dos coches. En una dirección va un gran camión de mucho porte, por supuesto por su derecha. Enfrente viene un cochecito de los que no se necesita carné para poder conducir. En un momento se queda dormido y se pasa a la izquierda. El chófer del gran camión al verle, piensa al momento: yo sigo por mi derecha (mi canal) y no me desvío lo mínimo, ni pego una frenada; le embisto en mi derecha y aunque mate a los cinco ocupantes del cochecito, ya la juez de turno me exculpará porque yo no salí de mi canal (mi derecha).

Los muertos ya no tienen remedio, la empresa pesquera (endeudada como la mayoría de las pesqueras) nada; salvemos de toda culpa al mercante y que sigan entrando y saliendo del Puerto de Vigo, que es lo importante.

Un recuerdo cariñoso a los muertos y a sus familiares del "Mar de Marín", a los que nunca olvidaremos y seguiremos llorando mucho tiempo.

*Capitán de pesca. Fue el que soltó amarres del "Mar de Marín" esa noche fatídica