Si después de leer y escuchar tanto comentario de que si hay no sé cuantos miles de niños en España que pasan hambre, que hay un millón o más de hogares donde no entra ni un solo euro de ingresos, etc., y sales a la calle a observar la realidad, te quedas asombrado viendo el contraste que supone contemplar como mucha gente se gasta dinero a paladas, voluntariamente y sin aparente necesidad.

Este pensamiento me ocurrió el lunes pasado, cuando hallándome sentado en espera del autobús durante unos minutos, en una calle tan céntrica como es la de La Florida, en Vigo, observo como no cesan de pasar en una y otra dirección automóviles privados ocupados por una sola persona, a las seis de la tarde, que no es hora de entrar o salir del trabajo. Hombres y mujeres de mediana edad que no son hijos/as de millonarios o de caciques acomodados, pues se les ve gentes sencillamente trabajores/as.

Uno que es jubilado escasamente mileurista y como ya ha vivido en tantas épocas de "vacas flacas y gordas", siempre muy modestamente en lo económico, aún estando ya "curado de espantos", sí le llama la atención ese contraste tan grande, entre que puedan morir de hambre en España tantos miles de niños, como que haya tantos parados buscando trabajo --aunque algunos no se esfuerzan mucho por encontrarlo--, y tantos paseando en su coche --eso sí, quejándose siempre que los carburantes estén tan caros--.

Mientras veas estos "viajantes" en su coche a cualquier hora de un día cualquiera, y las calles a tope de automóviles aparcados, un buen observador no puede creer que en España haya tanta miseria.