Las capturas pesqueras han disminuido en prácticamente todos los océanos, en parte debido a alteraciones en la composición y cantidad de biomasa marina pero sobre todo como consecuencia de ciertas prácticas pesqueras en el pasado. Ello genera a medio-largo plazo perjuicios económicos a empresarios, productores, consumidores y, por consiguiente, a la economía de países con alta dependencia de recursos pesqueros. El interés colectivo es mantener una tasa de extracción compatible, por una parte, con la renovación de los recursos en un contexto de dinámica poblacional sometida a diversos choques, por otra, con la sostenibilidad económica de los sectores implicados.

La Política Pesquera Común (PPC) en la UE presenta un conjunto de normas cuya finalidad es gestionar las flotas europeas y conservar las poblaciones de peces, renovables pero limitadas. Los países de la UE han tomado medidas para "garantizar" la sostenibilidad del sector pesquero europeo e impedir que el tamaño de las poblaciones y la productividad se vean amenazadas a largo plazo. La PPC empezó a aplicarse en los años setenta del pasado siglo y ha experimentado varias actualizaciones, siendo la más reciente la que entró en vigor el 1 de enero 2014.

Criterios biológicos

En las primeras décadas del siglo XX la biología haliéutica se limitó a la modelización de la evolución de las poblaciones de peces a partir de los conocimientos disponibles. De ahí surgió el concepto de Rendimiento Máximo Sostenible-RMS (Maximum Sustainable Yield, MSY) que es el rendimiento máximo de capturas, en término medio, que en teoría puede extraerse de la población de una especie durante un periodo de tiempo indefinido en condiciones medioambientales constantes.

Hoy día los científicos poseen más conocimientos del ecosistema global del océano que el que tenían hace ochenta años, cuando se introdujo el concepto RMS. El RMS intenta determinar el máximo grado de explotación sostenible al que puede ser sometida la población de una pesquería sin que se vea perjudicada su regeneración. Ahora bien, el principio de precaución aconseja mantener un nivel de biomasa "por encima" del umbral RMS. El problema y la controversia se generan, precisamente, por ese "por encima": ¿cuánto por encima? Digamos que el que aconseja un RMS2 de nuevo cuño mucho más conservacionista que la primera versión.

El principio de precaución que impone umbrales de biomasa superiores a los retenidos por el RMS -umbrales RMS2- se basan en ciertas debilidades metodológicas del criterio seminal. Concretamente, las desventajas del RMS serían: a) los supuestos inexactos sobre la biología de la población y los parámetros de historia de vida pueden conducir a valores incorrectos de RMS; b) el RMS no tiene en cuenta ningún impacto sobre las especies asociadas y dependientes que se extraen con la especie principal; c) generalmente considera idénticos a todos los individuos de una población determinada, ignorando aspectos importantes de la estructura de la población tales como las clases según tamaño o edad y diferentes ritmos de crecimiento, sobrevivencia y reproducción; e) la pesca ilegal, no declarada y sin reglamentar lleva a subestimar las capturas aunque este efecto se ha limitado sensiblemente en la UE y en otros países y caladeros con una política sistemática de controles; f) incluso las poblaciones de peces más estudiadas pueden comportarse de manera impredecible.

Criterios económicos

Paradójicamente, a primera vista, a partir de los años sesenta del pasado siglo la ciencia económica -en un artículo pionero de Gordon- adoptó un punto de vista más conservacionista que el que permitía el umbral de capturas RMS. Si en lugar de tomar solamente en consideración el efecto que tiene el nivel de capturas sobre el crecimiento biológico de stock de pescado, límites de capturas biológicamente sostenible, se arbitra además entre el "esfuerzo de pesca", que significa un coste, y el RMS, se llega al concepto de Máximo Rendimiento Económico-MRE (Maximum Economic Yield, MEY) que optimiza teóricamente la rentabilidad económica obtenida de la explotación de una pesquería.

La idea es la siguiente. Comparando lo que es comparable (costes en barcos homogeneizados) se optará por el nivel de capturas al menor coste si capturando menos pescado -con menor esfuerzo de pesca y conservando más población de pescado- se puede obtener el mismo rendimiento económico que con una población haliéutica baja y un mayor esfuerzo de pesca. Como el MRE se basa en mantener elevada la población de peces, por encima del umbral de regeneración RMS, para que los costes del esfuerzo de pesca sean mínimos, la racionalidad económica es más restrictiva que la biología. No obstante, sin regulación conservacionista, aunque la tasa de extracción MRE aconseja mantener la población por encima del umbral RMS, en la práctica es difícil mantenerlo también por encima del umbral RMS2. Obviamente, la optimización del rendimiento económico depende de los precios de venta en el mercado, no siempre definidos por la relación oferta/demanda sino asimismo por otros factores

La tragedia de los comunales

"La tragedia de los comunales", famoso artículo de la autoría de Garrett Hardin ("Tragedy of the commons", Science, 1968), presenta un dilema en forma de metáfora. Varios individuos que maximizan independientemente y racionalmente la explotación de los recursos que comparten -sin coordinación entre ellos ni reglas preestablecidas- (el bien comunal, recursos de propiedad común) acaban agotándolos por sobrexplotación (compitiendo entre ellos) aunque ni individualmente ni como colectivo la destrucción del recurso los beneficie. Hardin comentó frecuentemente que su metáfora había sido mal interpretada quizás porque el artículo debió haberse titulado "La tragedia de los comunales desregulados".

En caladeros de libre acceso e irrestrictos, simple caso de escuela ya prácticamente inexistente, se observa la tragedia de los comunales. En consecuencia, para que la norma MRE sea viable se impone la definición precisa de "derechos de propiedad" y el cumplimiento de ciertas normas en aras de evitar externalidades perversas.

Si no existen controles sobre los derechos de captura, lo que cada barco deje en el mar puede ser capturado por otro y desaparecerán los incentivos para que el valor económico de los caladeros se regenere biológicamente. Sin barreras a la entrada, un nuevo barco en la zona provoca una externalidad negativa sobre los otros barcos al reducir la biomasa pesquera aumentando de consuno el esfuerzo de pesca de cada barco. El libre acceso a los recursos pesqueros al disminuir la biomasa aumenta el esfuerzo de pesca y lleva al agotamiento de los beneficios o al imperativo empresarial de un precio de venta muy elevado con perjuicios para el productor, si la demanda es elástica al precio por competencia de alimentos substitutivos al pescado, o para el consumidor.

Por otra parte, el criterio MRE es simplemente indicativo, necesita refinamientos teóricos y prácticos especialmente en lo concerniente a la implementación del sendero de adopción que lo haga viable. Los nuevos instrumentos económico-financieros, "opciones reales/real options", conceden gran importancia a la incertidumbre, irreversibilidad, flexibilidad, tipo de interés y valor residual del barco (salvage value).

El caso europeo

En Europa la disminución de stocks y capturas viene de lejos. Como se produjo antes de aplicarse rigurosamente los sistemas de observación oficiales su evaluación es difícil. La disminución de biomasa se aceleró en el periodo de entreguerras pero sobre todo entre los años cincuenta y ochenta del pasado siglo. Un estudio reciente indica que la masa total de especies de fondo se dividió por seis entre 1950 y 1960 en el Golfo de Vizcaya y Mar de Irlanda al tiempo que la presión pesquera se multiplicaba por diez. Esta evolución negativa se constata prácticamente en toda Europa y explica la crisis del sector y su lento declive. Las capturas son hoy día la mitad del pico observado en la década de los años setenta del pasado siglo.

La política de cuotas instaurada en 1983 fue poco rigurosa pues permitía capturar algunas especies por encima de lo que los barcos eran capaces de extraer. Desde hace diez años la situación es más coercitiva tanto en lo que concierne a cuotas como a la política de desguace de flotas. Como consecuencia, la presión de pesca -en media, definida como la probabilidad de que un pescado sea capturado- se ha divido por dos. Esta constatación espectacular, sorprendente, no tuvo los resultados esperados. Algunas poblaciones haliéuticas han visto su biomasa aumentar -por ejemplo, la merluza, cuya biomasa reproductora estimada por debajo de 25.000 toneladas en 1998 se supone hoy día alrededor de 300.000 toneladas- pero en general su reconstitución es más lenta y aleatoria de lo previsto. Otro dato inquietante es que el número de peces jóvenes capturados cada año disminuye sin que se conozcan con precisión las causas.

Asimismo, no hay que perder de vista los intereses económicos del sector pesquero cuyos argumentos deben ser sopesados rigurosamente sin dejarse influir por cierto pataleo conservacionista a veces de dudosa justificación científica. No es humo de pajas recordar que el mercado del pescado, particularmente en España, no tiene la transparencia de los mercados de materias primas clásicos típicos de la bolsa de Chicago -al no ser un mercado "eficiente" permite la realización de arbitrajes/beneficios amparados en informaciones incompletas o asimétricas- de forma que los precios de mercado surgidos de la actividad económica pesquera no incorporan todos los factores pertinentes y subestiman los esfuerzos y recursos asignados, comprometiendo su sostenibilidad.

Juan José R. Calaza, economista y matemático

Jean-Baptiste Chassin, HEC (París)-Dr. Econometría. Director Comercial Pescapuerta, S.A.