Si a un faraón egipcio de origen griego como Ptolomeo I le damos libertad creativa, se sacará de la túnica un dios como Serapis que une la cultura griega y la egipcia. Si a un guionista televisivo de origen teatral como Dennis Kelly le damos libertad creativa, se sacará del teclado una serie como Utopía (Canal +), que une la cultura televisiva de Expediente X con la de Twin Peaks. El dios Serapis unía el carácter funerario y de la fertilidad de origen egipcio con la iconografía helenística y los poderes de curación. Utopía une los argumentos conspiratorios y las organizaciones ultrasecretas (en este caso, La red) que inspiraron los mejores capítulos de Expediente X con los personajes abracadabrantes que nos mostró Twin Peaks. La música de Utopía, por cierto, obra de Cristóbal Tapia de Veer, es tan envolvente e inquietante como la de Angelo Badalamenti para la serie creada por David Lynch. O más.

Lo importante es poder ser Ptolomeo I, es decir, lo importante es la libertad creativa. Channel 4, la cadena británica que está detrás de series como Utopía o Black mirror, no es el Egipto que conquistó Alejandro Magno y heredó Ptolomeo, su amigo y general. Pero Channel 4 se parece a ese Egipto porque permite la creación de series sincréticas y rompedoras capaces de sentar delante de la pantalla a fieles de origen egipcio y griego. Solo con libertad creativa es posible un dios como Serapis y una serie que escupe imágenes perturbadoras y personajes fascinantes. Es imposible olvidar una estatua de Serapis con barba, peinado helenístico y un modio (un medidor de grano) en la cabeza. Más difícil todavía es olvidar la cara de Arby, el asesino impasible, mientras pregunta "¿Dónde está Jessica Hyde?" a un infeliz dependiente de una tienda de cómics o a Wilson, un conspiranoico que es torturado con la displicencia y la profesionalidad con que un cocinero maneja una langosta. ¿Quién es Laura Palmer, quiero decir, quién es Jessica Hyde? Esperen y vean.

La destrucción de Serapeo de Alejandría tras el decreto de Teodosio en el año 385 marcó el fin del culto a Serapis. Algunos han puesto el grito en el cielo por la excesiva violencia y crudeza de Utopía. Cuidado con los nuevos Teodosios. Larga vida a Serapis.