Conforme aumentan de tamaño los problemas, se van haciendo inmanejables por los procedimientos llamados realistas. La realidad es una nube baja y espesa, hecha de convenciones y acuerdos de utilidad acerca de lo que es y lo que no es, lo que se puede decir y lo que no, lo realizable y lo utópico. Cuando una cosa se considera realizable forma parte ya de la realidad, pues resulta plenamente verosímil. Los grandes saltos de la humanidad suceden a través de desgarramientos en esa capa de nubes bajas del realismo, que de pronto dejan ver lo que hay encima. Esos grandes saltos tienen lugar cuando el mecanismo de realidad se atasca, y ya no funciona. Los funcionarios, notarios y contables del realismo (su disco duro) suelen ser excelsos poetas, admirables escolásticos y doctos filósofos. Su verbo empieza a temblar cuando se avecina un gran cambio, y esa vibración es el anuncio más seguro.