La industria viguesa del automóvil ha puesto de nuevo el pie en el acelerador. La factoría de PSA Peugeot Citroën ha recuperado en el arranque de 2013 la velocidad de sus mejores tiempos. Y con ella, todo el sector. Los nuevos modelos avanzan, las líneas de producción aumentan y vuelven las contrataciones. Uno de los motores esenciales de Galicia ruge de nuevo con fuerza.

Esta nueva puesta a punto ha sido larga y costosa. No han ayudado ni el exceso de producción ni el agotamiento de los mercados europeos que ha sufrido la automoción. Las virtudes tradicionales de la planta de Balaídos han conseguido hacerse valer. La flexibilidad, la competitividad y la paz social han resultado cruciales. Tanto como haber sabido arrancar a tiempo a la matriz los compromisos de inversión necesarios. Si la planificación es esencial en todos los ámbitos económicos, en el del motor lo es más que en ningún otro. Se recogen hoy los frutos sembrados dos, tres y hasta cuatro años antes. Y es lo que está pasando ahora.

Cuando Pierre Ianni, el anterior director, llegó en 2007 puso en marcha una apuesta tan clara como en ocasiones incomprendida en pro de una mejora de la competitividad. La planta gallega perdía año tras año margen de negocio respecto a sus competidores por la sistemática vinculación de los salarios a la inflación.

El futuro pasaba por reducir costes. Se hizo de la mano de la mayoría de los agentes sociales, estableciendo criterios de flexibilidad organizativa, técnica y laboral que luego permitieron amortiguar los efectos de la crisis. Los proveedores siguieron su ejemplo. Las empresas recurrieron a la bolsa de horas y echaron mano sin dudarlo de los expedientes de regulación de empleo (ERE) temporales, que se han revelado como una herramienta muy útil para capear la tempestad sin destruir empleo. Se profundizó al máximo en los ajustes del gasto para hacer frente al desafío de las plantas instaladas en países emergentes. El resultado es un modelo, el de PSA-Vigo, utilizado como referente no solo en otras plantas del grupo en la propia Francia, sino por otras marcas.

Los sacrificios asumidos por Balaídos y sus proveedores permitieron a la planta de Vigo adjudicarse, también entonces y en plena crisis, el plan industrial más ambicioso de los asignados a fábricas españolas, con una inversión superior a los 1.200 millones de euros. El Gobierno central, la Xunta y el Concello apoyaron el esfuerzo. Los frutos han tardado, pero al fin han llegado. En apenas año y medio Balaídos ha celebrado seis lanzamientos comerciales diferentes: los nuevos sedanes Citroën C-Elysée y Peugeot 301, dirigidos a países emergentes; la versión eléctrica de las furgonetas Citroën Berlingo y Peugeot Partner, y la próxima generación de los monovolúmenes Citroën C4 Picasso (cinco plazas) y Grand C4 Picasso (siete), estos últimos aún en fase de pruebas.

La buena respuesta de los mercados emergentes a los sedanes fabricados en Vigo y el repunte de las ventas de furgonetas, gracias al plan de Industria (Plan PIMA-Aire), han sido, precisamente, los que ha impulsado la producción del centro hasta cotas no vistas desde 2008. La factoría ensambló en el primer cuatrimestre 140.507 vehículos, un 29,55% más que un año antes. El porcentaje supera por mucho a la media del sector en España, que creció un 3,28% en el mismo periodo. El dato del mes de abril es si cabe más revelador: el centro vigués disparó su producción un 51%, frente al 20% de media nacional.

Este espectacular arranque de año se consolidará en los próximos meses, cuando los nuevos monovolúmenes (C4 Picasso y Grand C4 Picasso) empiecen a producirse en serie. Con todo, la previsión que manejaba PSA-Vigo a comienzos de año para 2013, de 400.000 unidades, será superada de largo. Incluso se apunta una cota de 440.000 vehículos, la mejor cifra desde 2007, cuanto se alcanzó el récord de los 545.000 coches.

De la mano de los vehículos llega el empleo. La fábrica ha contratado ya a 300 operarios para ampliar el turno de noche a los sábados, y las previsiones pasan por acabar el año con mil empleos más. A ese ritmo, Balaídos volverá a superar la barrera de los 8.000 puestos de trabajo antes de diciembre. El efecto multiplicador se nota ya en los proveedores. El Clúster de Empresas de Automoción de Galicia (Ceaga) estima que se crearán entre 3.000 y 5.000 puestos de trabajo, de modo que la automoción gallega podría recuperar en 2013 todo el empleo perdido desde del estallido de la crisis.

Quedan en el aire algunas dudas, y relevantes. Como las derivadas de los problemas financieros de la matriz o la repercusión que pueda tener para la planta la alianza de ésta con General Motors (GM). Falta también por comprobar la aceptación comercial de algunos de los modelos pendientes de lanzamiento y cómo afectarán a medio plazo a Balaídos los cambios implantados en las factorías galas. Pero el primer envite de la crisis y del futuro está bien encaminado.

Igual que están claros los objetivos: prepararse para competir por las futuras asignaciones de nuevos modelos. En esa guerra sin cuartel, en la que verdaderamente se juega su futuro, Balaídos cuenta con tres armas fundamentales: productividad, calidad y paz social. La competencia con otras plantas es tan brutal, dentro y fuera de la propia marca, que está condenada, permítasenos la expresión, a ser la mejor. Ni el empate le vale. Este partido solo lo ganarán las más eficientes.

Corregir debilidades y aumentar las fortalezas. Y hacerlo de forma incesante, sin desmayo. Esa es la única receta posible para sobrevivir en una economía tan globalizada como la actual y en un sector como el de la automoción. Un reciente acuerdo establece en Balaídos una nueva categoría laboral, más barata, la reducción de varias primas y otras medidas de ahorro. Y hay aún margen, por ejemplo, para mejorar costes logísticos en el trasporte. La tan ansiada Autopista del Mar puede ayudar a conseguirlo. Igual que puede ayudar una mayor apuesta por la I+D+i o cambios en la fiscalidad.

Galicia debe sentirse orgullosa de poder escuchar de nuevo el rugir brioso de uno de sus motores económicos esenciales. Y agradecida, porque si suena así es, fundamentalmente, gracias al esfuerzo y buen hacer de los miles de personas que lo sustentan. Reconozcámoselo, así pues, y apoyémoslos en cuanto necesiten, porque de su éxito depende el gran medida el bienestar futuro de esta tierra.