Para que una institución, empresa o administración funcione bien tienen que existir estrategia, recursos e incentivos. La estrategia marca el rumbo, los recursos permiten concretar las intenciones, y los incentivos nos recuerdan la necesidad de no desviarnos de la senda marcada y de animarnos cuando estamos cansados.

Por otro lado, pocos dudan de que el futuro económico de un territorio y sus ciudadanos pasa por los activos intangibles: educación e innovación. Necesitamos que una parte significativa de la población se dedique a hacer cosas de alto valor añadido, muy demandadas más allá de nuestras fronteras, que permitan pagar buenos sueldos y financiar buenos servicios públicos. Y necesitamos emprendedores que lideren el proceso. Para todo ello, la universidad es la pieza clave. Formación, investigación, transferencia de conocimiento, spin-off, actuaciones en pos del emprendeurismo? No es una visión estrecha de la universidad, ni va en contra de la ciencia básica o las humanidades. Al contrario, si la universidad se convierte en esa palanca de desarrollo económico y atracción de recursos quienes se dedican a estas otras cuestiones de incuestionable relevancia para la Sociedad, acabarán teniendo más medios.

Agitemos todo lo anterior y precipitémoslo en Vigo. Las buenas noticias tienen que ver con la estrategia y los equipos. Llevamos no menos de quince años jugando a lo mismo y haciéndolo bien en general, con liderazgos claros y equipos solventes. Nuestros puntos fuertes son los que hoy se demandan: transferencia de conocimiento, relaciones con la industria y la sociedad, formación aplicada, producción científica. No es la casualidad ni el albur lo que explica que la Universidad de Vigo esté avanzando tanto en los diversos rankings existentes; superando ya en algunos de ellos a la cinco veces centenaria USC.

Hay que seguir. Pero la Sociedad y la Xunta deben ser conscientes de que los recursos financieros importan y que hoy estamos a la cola en perspectiva comparada. Hay que aceptar de buen grado que la financiación pública conlleve más exigencias en términos de resultados y que la propia universidad busque recursos en otros caladeros, como ya está haciendo con especial intensidad la de Vigo. Pero la Sociedad debe ser consciente de que para recoger hay que sembrar y abonar. Y de que hay que apostar por los campesinos que se esfuerzan más y mejor.

*Catedrático de Economía Aplicada de la Universidade de Vigo

@SantiagoLagoP