Tan denostada en las formas por la oposición –incluida Rosa Díez que ya no sabe a qué santo encomendarse– la línea de crédito obtenida recientemente, por muy garantizada que esté en última instancia por el Estado, no deja de ser lo que es: una línea de crédito con garantía. Conseguida en condiciones extraordinariamente favorables y únicas –ningún otro gobierno europeo en peores apuros obtuvo semejante bicoca– porque a la Sra. Merkel, que siempre envía por delante a Austria, Finlandia u Holanda quejándose, no le quedó más remedio que ceder en sus exigencias primeras ¿Fue ello mérito del Sr. Rajoy? No mucho, la verdad, dado que lo tenía bien fácil, pero al menos es de justicia no denigrarlo y reconocerle de consuno profesionalidad de duro y avisado jugador capaz de insinuar en la bocamanga el estile asesino: España es "too big to fail". Hasta Barroso ha reconocido que tuvo que insistir para que Rajoy, como haciéndoles un favor, aceptara la ayuda ofrecida. Y es que si no hubieran concedido la línea de crédito (10% del PIB, prácticamente el presupuesto anual) de los cien millardos –para enjugar las pérdidas de algunos bancos, más bien cajas, que pagarán al sanearse, incluso con probables beneficios para el FROB– el efecto dominó/sistémico de quiebras españolas hubiera desbarajustado a los bancos alemanes y franceses.

Nada añade que el Eurogrupo afirme que vigilará de cerca las cuentas de España y las reformas estructurales; vigilar no equivale a imponer condiciones macroeconómicas de rescate. La eventual subida del IVA ya estaba programada. Quede claro, la terminología de Bruselas corresponde a la retórica convenida para salvar las apariencias ante los países verdaderamente rescatados que se han quejado de lo que consideran favoritismo para con España.

Sin embargo, no estoy de acuerdo con el Sr. Rajoy –y deseo de todo corazón que los hechos me desmientan en el futuro– respecto al optimismo manifestado en la posterior comparecencia ante los medios: "Ganó lo que más importa para conseguir crecimiento económico y empleo, la posibilidad de que vuelva a fluir el crédito". Por supuesto, la reforma del sistema bancario y su saneamiento es imprescindible como condición necesaria. No es, quiero decir y todo el mundo lo sabe, condición suficiente. Conviene recordar, por cierto, que los principales tenedores de nuestra deuda, los únicos que la compran en este momento, son los bancos españoles (saldo nominal: 250.000 millones de euros) y encaran a su vez cuantiosos vencimientos de su propia deuda.

Creer que en cuanto concluyamos la reforma bancaria y liquidemos los excedentes de construcción residencial volveremos a obtener, dentro del euro, tasas de crecimiento superiores al 4% es ilusorio. Aunque sujeto a controversia el "producto potencial" de una economía aclara los determinantes que se encuentran detrás de la tasa de crecimiento del PIB; en el periodo 2000-2007 el producto potencial de la economía española se estimó en el 3% y en la actualidad en torno al 1% debido al incremento del paro estructural (NAIRU), a la reducción del stock de capital por falta de inversiones y a la desaceleración del crecimiento de la población con tendencia al estancamiento.

El 80% del crecimiento español se basaba en el crédito –construcción, consumo y apalancamiento empresarial– en buena medida captado en el exterior. Todo ello se acabó para siempre, al menos en las magnitudes que hemos conocido. Desde la entrada en el euro, la economía española no creció gracias a la competitividad exterior ni productividad interior sino por raudales de crédito que afluían del extranjero y que no hemos pagado aún. Por otra parte, el ahorro español tampoco permite alegrías crediticias. Entre préstamos concedidos y depósitos en los bancos hay un desfase de más de medio billón de euros; es una de las razones que llevan al sistema bancario español a depender cada vez más del BCE para garantizar la liquidez. En mayo, las peticiones netas de la banca española al BCE alcanzaron 290.000 millones de euros, es decir, el 83% de todas las peticiones netas del sistema bancario de la zona euro.

El crédito no fluirá, no, y dados los condicionantes estructurales de la economía española –que necesita crecer a tasas superiores al 2% del PIB para crear empleo neto- ¿para cuándo cree el Sr. Rajoy, contando con un sistema bancario saneado, que rebajaremos el paro a "solamente" cuatro millones de desempleados? Ni idea ¿verdad? Yo tampoco pero no creo que antes de 2022. Sin jugar a Casandra, estimo que al término de esta legislatura el paro no habrá descendido aún del 22% incluso si la reforma laboral es capaz de rebajar al 1,5% de crecimiento del PIB la creación neta de empleo. De hecho, España es el único país de la eurozona que en 2013 seguirá en recesión. Ya veremos en 2014.

La camisa de fuerza que nos impone el euro (verbigracia, el yuan/renminbi está subevaluado 70% respecto al euro) nos comprime y nos deprime. La alegría para dejar atrás la depresión solo nos la puede proporcionar, dentro del euro, una inyección secuenciada en tres años, de 500.000 millones de europesetas, unidad de cuenta electrónica, cerrada, de curso legal sin convertibilidad exterior ni interior, en paridad 1:1 con el euro.

Si el Sr. Rajoy echara cuentas obtendría lo siguiente. 500.000 millones de europesetas –en paridad 1:1 con el euro, que seguiría siendo nuestra moneda oficial– es menos del 50% del PIB español. Dejando de lado el desesperante caso griego, sabemos que la recapitalización del sistema financiero irlandés equivalió a casi el 50% de su PIB; el rescate de Portugal representó el 32% del PIB; el Royal Bank of Scotland calcula que España necesitará un rescate en torno a 400.000 millones de euros en los próximos tres años. Entonces ¿por qué no podemos ayudarnos a nosotros mismos, sin salir del euro, emitiendo 500.000 millones de europesetas electrónicas? En este esquema, los hispanobonos tienen apropiada cabida. Con la ventaja añadida de que, al ser las europesetas unidades de cuenta cerradas, nunca escaparían de España ¿No es legal? Menuda perogrullada: sería legítimo, y si ya fuera legal no andaría yo proponiéndolo.

*Economista y matemático