"Como el Celta vuelve a primera, ahora llenareis el AVE a Vigo". Este comentario me lo hizo un conocido empresario en una reunión que tuvimos en Sitges, Barcelona, este fin de semana. Sin duda, es un chascarrillo, una exageración. Pero tiene un fondo de verdad, en el sentido que la vuelta del Celta a la liga de Primera División tendrá un impacto positivo en muchos aspectos de la vida de la ciudad.

El primer tipo de impacto es el económico, especialmente en las actividades del sector servicios, como la restauración y la ocupación hotelera en la ciudad, y en la consiguiente creación de un poco de empleo. Pero no es fácil hacer una estimación de este efecto económico. Algunos estudios sobre otro casos de ascenso de equipos de una ciudad a primera división, como fue el del Deportivo Alavés, calculan que generó para la ciudad 25 millones de euros (36 millones cuando jugó en competiciones europeas), 300 puestos de trabajo directo más y un 50 por ciento más de ocupación hotelera y un 58 por ciento de incremento de la facturación de restaurantes. En el caso de Vigo, al ser su economía mayor, el impacto probablemente será menor, aunque cierto.

A mi juicio, sin embargo, este impacto económico directo, sin dejar de ser importante, no será la influencia más significativa del ascenso del Celta sobre la vida de la ciudad. El impacto más importante será sobre su influencia en el estado de ánimo colectivo, en la confianza de las gentes de la ciudad en sí mismas y en su capacidad para afrontar retos difíciles, vencerlos y salir adelante. Esto es algo que se vé y se palpa ya estos días en el ambiente más alegre y confiado de la ciudad.

En este sentido, el ascenso del Celta es equivalente al éxito de una industria o empresa importante de la ciudad que, después de una década de travesía del desierto, y de paso por los juzgados, consigue sanearse, innovar, renovarse, ser competitiva para volver a crecer y crear empleo. Eso es exactamente el significado del ascenso del Celta después de una década de pasarlo mal.

El Celta es para Vigo una imagen de marca. Cómo lo es Citroén, por ejemplo. Si Citroén va bien, la ciudad va bien la ciudad está más animada y confiada en sus capacidades. Pues eso mismo ocurre con el Celta. Por eso mi amigo empresario tenía razón cuando me hizo el comentario al que me he referido al principio.

Esto es así, porque la economía de una ciudad, como la de un país, es fundamentalmente una cuestión de psicología colectiva. De confianza en el futuro. El que mejor supo ver este efecto fue un gran economista, John Maynard Keynes, uno de los grandes de la historia y, sin duda, el más influyente en el último siglo. Pues bien, Keynes señaló que los "animal spiritis", es decir, los estados de ánimo y los sentimientos que afectan al espíritu de la gente, son el factor de mayor importancia en la buena o mala de la economía .

Otro gran economista, Albert O. Hirschamn, dice que en economía todas las cosas buenas van juntas. Yo comparto esa visión. Por lo tanto, es ascenso del Celta es un síntoma de que otras cosas buenas le ocurrirán a la ciudad.

*Catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona