Benedicto XVI es un Papa tremendamente preocupado por la problemática social; así se constata en numerosas de sus manifestaciones. En una reciente visita a un albergue de Cáritas en Roma les decía a los allí presentes, personas acogidas, voluntarios, trabajadores y autoridades civiles y eclesiásticas: "En su servicio a las personas en dificultad, la Iglesia se mueve únicamente por el deseo de expresar su propia fe en ese Dios que es el defensor de los pobres y que ama cada hombre por lo que es y no por lo que posee o realiza. La Iglesia vive en la historia con la conciencia de que las angustias y las necesidades de los hombres, sobre todo de los pobres y de todos aquellos que sufren, son también las de los discípulos de Cristo y por ello, en el respeto de las competencias propias del Estado, se ocupa de que a cada ser humano se le garantice lo que le corresponde".

Dirigiéndose a los empresarios de Roma les manifestaba: "Nadie ignora cuántos sacrificios hay que afrontar para abrir o mantener en el mercado la propia empresa, como "comunidad de personas" que produce bienes y servicios y que, por tanto, no tiene como único objetivo el beneficio, por otro lado necesario. La empresa puede ser vital y producir "riqueza social" si lo que guía a los empresarios y a los manager es una visión de futuro, que prefiere la inversión a largo plazo al beneficio especulativo y que promueve la innovación antes que pensar en acumular riquezas solo para sí".

En su corto pontificado ha publicado tres encíclicas de contenido social. La primera, "Deus Cáritas est" (Dios es amor) publicada en 2006, tiene una primera parte dedicada a una profunda reflexión antropológica y teológica sobre el amor, y una segunda parte, más práctica y operativa, dedicada al servicio organizado de la caridad en la comunidad cristiana.

"Las numerosas e insistentes peticiones de ayuda y atención que nos presentan los pobres y marginados de la sociedad –les decía el Papa a las organizaciones de Pastoral Social en su visita a Fátima el pasado mayo– nos impulsan a buscar soluciones que respondan a la lógica de la eficacia, del resultado visible y de la publicidad. Vuestras actividades asistenciales, educativas o caritativas han de completarse con proyectos de libertad que promuevan al ser humano, buscando la fraternidad universal".

Un año más tarde, en 2007, nos ofrece la "Spe salvi" (Salvados por la esperanza), en la que nuevamente nos ilumina sobre la fuerza transformadora y salvadora del amor y la importancia del mismo como generador de esperanza. "El amor de Dios se manifiesta en la responsabilidad por el otro"(Spe salvi, 28). "Aquí se sitúa –dice el Papa– el compromiso urgente de los cristianos en la defensa de los derechos humanos, preocupados por la totalidad de la persona humana en sus diversas dimensiones".

Posteriormente, en 2009, publica la tercera encíclica, "Cáritas in veritate" (La caridad en la verdad). Una encíclica que aborda los problemas sociales y económicos del momento, prestando especial atención al análisis de la crisis actual, a la situación de los países desarrollados y a temas que afectan a la globalización, el mercado, la empresa, el desarrollo técnico, el crecimiento demográfico, la preservación del medio ambiente, la cooperación internacional para el desarrollo de los pueblos y la necesidad de una ética en el mundo económico y tecnológico.

"Frente a los desafíos actuales que el mundo y Europa deben afrontar –manifiesta el Papa a los representantes del Banco de Desarrollo del Consejo de Europa– he querido atraer la atención en mi última encíclica, Cáritas in veritate, sobre la edoctrina social de la Iglesia y sobre su aportación positiva a la construcción de la persona humana y de la sociedad. La Iglesia ve, como continuación de Cristo, el amor a Dios y al prójimo, como un potente motor capaz de ofrecer una auténtica energía que podrá irrigar al conjunto del entorno social, jurídico, cultural, político y económico. He querido destacar que la relación que existe entre el amor y la verdad es, si se vive bien, una fuerza dinámica que regenera el conjunto de las relaciones interpersonales y que ofrece una novedad real en la reorientación de la vida económica y financiera que ella renueva, al servicio del hombre y de su dignidad, para las que existen. La economía y las finanzas no existen para ellas mismas, no son más que una herramienta, un medio. Su fin es únicamente la persona humana y su realización plena en la dignidad. Éste es el único capital que conviene salvar".

El próximo 6 de noviembre Benedicto XVI, este Papa preocupado por la problemática social, peregrina a Santiago y hará suyas sus palabras a los peregrinos en su mensaje con motivo de la apertura de la Puerta Santa el pasado 31 de diciembre que dio comienzo al jubileo compostelano: "En el camino se contemplan nuevos horizontes que hacen recapacitar sobre las angosturas de la propia existencia y la inmensidad que el ser humano tiene dentro y fuera de sí, preparándole para ir en busca de lo que realmente su corazón anhela".