Caben pocas dudas que la actual subida del nivel medio del mar sea debida en parte al calentamiento global. La temperatura de los océanos aumenta provocando su expansión térmica (el agua se dilata y el nivel del océano se eleva). De consuno, el hielo continental (principalmente Alaska, Himalaya, Andes, Patagonia) y el de los casquetes polares se derrite liberando agua que aumenta el volumen de los océanos y hace subir su nivel.

Recordemos, no obstante, que el nivel medio de los océanos nunca ha permanecido estable. Durante el periodo geológico Cretáceo se encontraba entre 100 y 300 metros por encima del actual. Varios factores explican esta diferencia: a) la temperatura media del planeta era superior a la de ahora y el casquete polar antártico –que contiene una cantidad de agua equivalente a 60 metros más de altura del nivel del mar– no existía aún; b) las cuencas marinas eran menos voluminosas debido a la intensa actividad geológica de los dorsales oceánicos. Por tanto, exagerando un poco, si todo el hielo del mencionado casquete polar se derritiese en un futuro dominado por el aumento de la temperatura media del planeta las costas de Galicia, sobra decir, también sufrirían los efectos. Además, en un estudio publicado recientemente (Nature) se dice que el nivel del mar aumentó entre cuatro y seis metros durante el último periodo interglaciar, lo cual ya se sabía, pero que la mayor parte de la subida, y esto es nuevo, se produjo en mucho menos de mil años; concretamente, tres metros en cien años cerca de Yucatán. No parece probable que vuelva a repetirse en este siglo pero ¿y si así fuera?

Desde 1990, los satélites altimétricos –de precisión superior a los registros de mareómetros/mareógrafos– vigilan el nivel del mar descontando los movimientos de la corteza terrestre. Gracias a la altimetría se constata que el nivel medio de los océanos ha subido alrededor de 3,4 milímetros al año con variabilidad regional notable. En más de la mitad de la superficie oceánica el nivel desciende pero aumenta en el resto coincidiendo casi por superposición con el calentamiento térmico de la superficie del mar. El mar ha experimentado en los últimos quince años un calentamiento local en las costas de Galicia de 0,3ºC de la columna de agua; asimismo, en la cartografía de los satélites altimétricos nos encontramos en una zona de aumento del nivel del mar entre 0 y 6 milímetros anuales.

Debido a su recortado perfil, Galicia es la región española con más kilómetros de costa después de las Islas Canarias. Es bien sabido que la población se concentra en las zonas costeras –Rías Baixas (área metropolitana de Vigo) y Golfo Ártabro (áreas metropolitanas de A Coruña y Ferrol)– con densidad poblacional que tiende a aumentar respecto al interior del territorio. El veraniego título de este artículo lo justifica el hecho de que si bien ni nativos ni turistas se percatan, bajo muchas playas gallegas duermen fósiles de árboles, restos de bosques que crecían cuando el nivel del mar era más bajo que ahora. Pero asimismo –y eso mete algo de miedo pensando que pueda volver a suceder– oceanógrafos, geólogos y paleontólogos saben que por encima de la actual marea más alta se encuentran fósiles y sedimentos que delatan el nivel alcanzado otrora por el océano en nuestras costas. Enlazando todo ello con el agrio debate en curso suscitado por el calentamiento global del planeta cabe preguntarse si el nivel del mar va a seguir subiendo hasta tragarse parte de lo que hoy es visible y si está en nuestra mano poder evitarlo.

En efecto, no es ajeno a la ciencia considerar que la elevación media del nivel del mar está relacionada con el calentamiento global como ya apunté más arriba. Más arduo resulta probar que ello se debe a la actividad humana por emisiones de gases con efecto invernadero (fundamentalmente dióxido de carbono o metano sin olvidar el gas HFC23, 11.700 veces más nocivo que el gas carbónico, generado paralelamente en la producción de otro gas muy demandado por la industria de la refrigeración) Empero aunque se cortara de inmediato la emisión de gases con efecto invernadero difícilmente podría evitarse que el nivel del mar –en media planetaria– subiese entre 0,5 y 1,5 metros de aquí al año 2100. Y es que el océano actúa como emisor lento del calor acumulado este último siglo; la reactividad del mar al cambio climático no es inmediata sino que se extiende en el largo plazo. En consecuencia, constatado el aumento medio de la temperatura de la superficie marina en el planeta, su nivel subirá durante varios siglos. Aun así, visto que los modelos de previsión son bastante rudimentarios y los datos disponibles insuficientes es difícil anticipar con precisión en qué medida afectará a Galicia el calentamiento local del mar. Lo que sabemos es que aquí el mar nunca estuvo a más de 60 metros por encima del nivel actual, el cual a su vez sí llegó a estar a 120 metros por debajo del que tiene hoy. Es decir, un intervalo de recorrido de 180 metros que no se ha dado de forma uniforme en un único movimiento. En casi tres millones el océano ha subido y bajado en quince ocasiones.

De forma general, si el nivel del mar continúa subiendo habrá zonas de la costa gallega que serán anegadas, especialmente las marismas, arenales e interior de las rías. De momento, poco más podemos decir. Dentro del proyecto Malaspina 2010, el buque "Sarmiento de Gamboa" tomará muestras de 250 estaciones del océano Atlántico. Este equipo prestará atención a los cambios en el transporte del calor y la circulación oceánica global. Esperamos mucho de los "Malaspinas" gallegos –como los llamó FdeV (16/01/2010)– esperamos de su ciencia que un día esclarezcan los efectos del cambio climático en la costa gallega. En cualquier caso, no lo duden, si esto se inunda alguien le echará la culpa a Madrid.