Al decir de algunos juristas, el magistrado de la Audiencia Nacional don Baltasar Garzón es un instructor impetuoso que actúa más pensando en la repercusión mediática de sus decisiones que en la aplicación rigurosa de las leyes procesales. Buscar la publicidad para favorecer la causa de la justicia no es una práctica reprochable en si misma pero provoca una cierta confusión entre el público y la gente ya no sabe si es mejor dirigirse a la televisión o al juzgado para sacar adelante una reclamación. ( Véase sino el caso de esa inquilina que secuestró a sus caseros a la espera de que acudiese en su auxilio la locutora de un famoso programa de cotilleo.). Además, una instrucción poco rigurosa puede propiciar una corrección espectacular, o la anulación de las actuaciones, por el tribunal de instancia y frustar con ello las expectativas creadas, quedando todo -como suele decirse- en agua de borrajas. Al magistrado Garzón eso le sucede con alguna frecuencia y así junto a indudables aciertos acumula fracasos notorios. Recientemente, a instancia de familiares de víctimas del franquismo que intentan localizar y rescatar los cadáveres de sus parientes tantos años después, abrió un sumario en el que acusaba de "crímenes contra la humanidad" a los máximos dirigentes del régimen franquista que habrían supuestamente desarrollado "una actividad criminal planeada y sistemática de desaparición y eliminación de personas por razones ideológicas" La fiscalía se opuso alegando falta de competencia, entre otras cosas por el fallecimiento de los encausados y por la Ley de Amnistía de 1977, y recurrió ante el pleno de la Audiencia Nacional. Garzón vio el peligro de archivo inminente de la causa y se inhibió a favor de los 62 juzgados donde están situadas las fosas que había autorizado a abrir, entre ellas la que muy probablemente contiene los restos del poeta García Lorca. Y además de eso, en un giro espectacular, añade un cargo más contra el franquismo (que no había mencionado hasta ese momento) como el secuestro de menores a sus padres naturales para ser entregados a familias adictas al régimen, a fin de que estas los educaran en la verdadera fe. Una acción criminal que recuerda los casos tenebrosos que se dieron durante la dictadura de los militares argentinos. Al margen de los desmanes cometidos por los dos bandos enfrentados durante la guerra civil, lo cierto es que la represión posterior a la victoria de Franco fue de una crueldad inaudita. Y el carácter de guerra exterminio con que fue planificado el golpe de estado y la campaña militar también está muy bien documentado históricamente, al margen de las consideraciones que hace Garzón. Al cabo de tanto tiempo leer las declaraciones de Mola, de Franco y de Queipo de Llano mete miedo. "Yo veo a mi padre en las filas contrarias y lo fusilo", dijo Mola. Y Franco no era menos expeditivo. En una entrevista con el periodista norteamericano Jay Allen, en los primeros días de la contienda, reconoció que "salvaría a España del socialismo a cualquier precio". " ¿Significa eso que tendrá que matar a media España?", preguntó el entrevistador. "Le repito que al cualquier precio", contestó sonriendo el general.