Federico Jiménez Losantos, locutor de un programa matinal de radio en la cadena COPE, ha sido condenado por un delito continuado de injurias graves contra el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón. Durante varios años, don Federico (como le llaman sus habituales oyentes, en un tono reverencial parecido al que emplean algunos feligreses para dirigirse a sus curas párrocos) le dedicó al político del PP un repertorio muy amplio de insultos y palabras gruesas (farsante redomado, lacayo, traidor, déspota, caradura, bolchevique, carca, etc, etc). Pero, no satisfecho con volcar sobre la cabeza del alcalde las peores inmundicias del diccionario, lo acusó también de obstruir políticamente la investigación de la autoría de la matanza del 11-M, de querer pasar página de tan trágico suceso, y de menospreciar el dolor de las víctimas -"Le dan lo mismo´´, dijo, ``los 191 muertos con tal de llegar al poder´´-. Lo que no nos explicó el locutor es por donde se pudiera devanar la madeja argumental que nos permitiese enlazar la deficiente investigación del atentado de Madrid con la carrera política de Ruiz Gallardón (cabe recordar que, antes de que se produjera la matanza, don Alberto ya había sido elegido secretario general del PP, presidente de la comunidad autónoma de Madrid y, por supuesto, alcalde de la capital de España). Salvo que Jiménez Losantos se atreva a desarrollar en el futuro la delirante teoría de que el alcalde madrileño pudiera estar implicado en aquellos hechos de alguna manera, y quisiese echar tierra sobre el asunto. Una hipótesis que parece un disparate pero que no lo es tanto si tenemos en cuenta que, a lo largo de estos últimos cuatro años, el locutor de la COPE ha venido acusando reiteradamente al gobierno de Zapatero, a la policía y a los jueces de hacer -o no hacer- lo mismo con infinita malicia. Según se desprende de los argumentos utilizados por el señor Jiménez Losantos, el atentado del 11-M fue el fruto de una conspiración, todavía no aclarada, que tenía como objetivo echar al PP del gobierno y poner en su sitio a los socialistas de Zapatero, a fin de que estos iniciasen, desde dentro de la maquinaria del Estado, la miserable tarea de romper España en trozos. Por cierto, un antiguo objetivo masónico, posiblemente trazado en Francia durante la época napoleónica. Y en esta delirante trama también estaría implicado el señor Ruiz Gallardón, que, con el tiempo, acabará sucediendo a Zapatero en la presidencia del gobierno de una España infelizmente mutilada. Todo ello, por supuesto, según lo interpreta libremente el señor Jiménez Losantos, que es el guardián de las esencias patrias. En su juventud, el locutor de la emisora de los obispos, fue un conspicuo militante comunista que perseguía a la derecha con su verbo fácil y agresivo. Hasta que, un día - como le pasó a Pablo de Tarso camino de Damasco- una luz cegadora le hizo caer del caballo del marxismo-leninismo y se convirtió a la verdadera fe. En su nueva ocupación le va muy bien, tiene mucho público y debe de ganar bastante dinero. Ha dicho que, por el módico precio de la multa que le ha impuesto la juez (36.000 euros), piensa seguir atizándole a Ruiz Gallardón.