La selección nacional de fútbol está a punto de viajar hacia Austria y Suiza para jugar el campeonato de Europa y los preparativos de su partida adquieren tintes de una épica comicidad. Cada poco, pasan por el lugar de concentración políticos y personajes notables que vienen a dar ánimos a los atletas y se hacen fotos vistiendo la elástica roja, se supone que con la intención de simbolizar la unión de todo un pueblo con los colores nacionales. Ya hemos conocido otros momentos de exaltación patriótica como este que luego desembocaron en amargas jornadas de desilusión y en destructivos reproches. Pero, en esta ocasión, la complicidad entre la clase política, los medios, los futbolistas, el seleccionador y los anunciantes de todo tipo de productos ha propiciado una corriente de optimismo exultante y casi todo el mundo parece convencido de que pasaremos de cuartos de final, un obstáculo en la carrera hacia el título que siempre se nos atraganta. El caso es vender ilusión. La nómina de políticos que acudieron a palmear la espalda de nuestros héroes y desearles suerte es nutrida. Y la mayoría de ellos, excepto dar ánimos no dijeron nada enjundioso. En cambio, quien si se sintió llamado a dar una orientación táctica fue el señor Lissavetsky, quizás por su condición de presidente del Consejo Superior de Deportes. Su declaración no tiene desperdicio. "No me voy a meter a técnico -aclaró-, pero hay una característica que distingue a España y es el manejo del balón. Y lo debe hacer sin cometer errores en sitios álgidos. El tiki-taka hay que reservarlo a zonas sin riesgo y entrar a matar en otras". Es un texto corto y lleno de sugerencias y explícitas incitaciones a la violencia, que merece un análisis. Para empezar tenemos esa perogrullada sobre el manejo del balón. Mal que bien todos los equipos de fútbol manejan el balón y aun no conocimos un partido que pudiera celebrarse sin su concurso. Después, viene esa recomendación de no usar el "tiki-taka" en zonas de riesgo. Aclaremos para neófitos que ese palabro, de resonancias maories, fue inventado por el ex seleccionador nacional, señor Clemente y viene a significar el juego reiterado de pase corto. No obstante, el meollo del mensaje de Lissavetsky consiste en advertir de "no cometer errores en sitios álgidos". En el diccionario -aún vigente- de la Real Academia Española, la palabra "álgido", en cuanto adjetivo, alude a la condición o estado de "Muy frío", y en un sentido figurado al momento crítico o culminante de alguna clase de proceso. Desde ese punto de vista, señalar cuales puedan ser los sitios " álgidos" o "muy fríos" dentro de un campo de fútbol me resulta casi imposible. Los cronistas deportivos suelen denominar a las áreas, como lugares "calientes", quizás por la leña que se da dentro de sus márgenes. Pero, como sitios "muy fríos", no sabría hacia donde apuntar. Aunque, tras mucha reflexión, aventuraría que ese lugar pudiera ser el banquillo donde sientan sus posaderas, técnicos y jugadores suplentes. Se escucha bastante la expresión de "calentar banquillo". Por algo será. Mal puede calentarse algo que previamente no sea frío. Puestos a disparatar, cualquier cosa.