De modo que, concluído -a falta, eso sí, de algunos flecos, entre ellos el judicial por el recurso de la Fegamp que, visto el ritmo de la Justicia, puede ir para largo- el episodio del hábitat, quizá fuese hora de que Xunta y oposición pasen página y se pongan a buscar modos para salir de la crisis. Porque, después del informe de ayer del Banco Central Europeo sobre la inflación prevista en la UE, nadie le llama de otra forma ni duda de su larga duración y profundidad, elementos que hacen obligado el remar en común para que no naufrague el barco colectivo.

(Se da por cerrado el episodio del decreto de Vivenda por varios motivos. El primero, dado que ayer mismo entró en vigor, y a partir de ahí la crítica podría llegar a ser desafío, y esas son palabras mayores. El segundo porque el presidente, en su apasionada defensa del gobierno -una retórica algo redundante, la verdad-, limitó los rumores sobre intenciones ocultas y órdenes secretas a la Federación municipal, Tercero, en fin, porque hace pocas horas el líder de la oposición dijo que si llega al poder derogará la norma. Así que se cierra el círculo).

Es el momento, pues, para que el país en su conjunto se ponga a la tarea de ver qué hace falta para afrontar la crisis, cuál es el mejor modo de lograrlo y cuánto esfuerzo ha de poner cada uno de los sectores convocados. Que van a ser muchos porque los problemas afectan ahora a las dos economías; a la macro, por culpa de la situación financiera y la desaceleración, y a la micro por el paro que causará el frenazo y el desgaste en los niveles de vida de los ciudadanos -mayor para los de menor renta, como siempre- por causa de la inflación.

Así las cosas, no hay multitud de opciones, y casi todos los expertos aconsejan comenzar por lo que suele repercutir en cascada, que es la política económica general y su herramienta clave, el Presupuesto. Y en ese terreno tiene razón el presidente del PPdeG, señor Núñez Feijóo -que no por ser oposición ha de equivocarse-, cuando afirma la urgencia de ajustar las cuentas de la Comunidad; porque no es muy razonable seguir como si nada con las que hay, sobre todo cuando se reconoce un descenso grande en la recaudación y se cambian los objetivos de crecimiento.

Las otras tres variables básicas son la política financiera, la social y la laboral. A la primera se refirió ya don Emilio en A Coruña planteando a bancos y Cajas un esfuerzo especial, pero convendría insistir y no reducir la demanda sólo a créditos blandos a las pymes. La segunda exigirá un refuerzo especial -lo de los 200 euros, ya quedó dicho, es solo un gesto- para atender los sectores más débiles ante la crisis y, en fin, la política laboral exige un gran acuerdo por el empleo y reformas que modernicen la estructura. Dicho todo ello aceptando posibles opiniones diferentes, cómo es lógico y natural.

¿Eh...?