Ruth Beitia reconoció que a sus 37 años "cuesta recuperar mucho más", pero añadió que "logras un equilibrio cuerpo-mente que es fundamental, sabes lo que tienes que hacer, te entrenas menos, con mas calidad que cantidad".

"El cuerpo tiene memoria selectiva para los momentos malos para anularlos", declaró en alusión a las decepciones que vivió en los dos Juegos Olímpicos anteriores (séptima en Pekín 2008, cuarta en Londres 2012).

Beitia asegura que en su regreso al atletismo decidió asumirlo todo con alegría y esa ha sido una de las claves de su medalla de oro en los Juegos de Río 2016. "Desde que volví no hago más que sonreír y ponérselo fácil a la gente para que disfrute conmigo", dijo la atleta de 37 años poco después de recibir su medalla de oro.

"Salté la primera de todas, lo cual era un arma de doble filo, porque si yo fallaba ellas se animaban; en 1,93 hubo una criba importante, pero en 1,97 salté a la primera y ha sido fundamental", señaló.

Beitia, de 37 años, confesó que al final de la competición estuvo nerviosa, pero que a medida que fallaron sus rivales la felicidad aumentó.

"Cuando falló Demireva dije, se cumplió el sueño, soy medallista olímpica, cuando cayó Vlasic subí a plata y luego falló Chaunte (Lowe) y sentí que la suerte estaba esta vez de mi lado", apuntó Ruth, que cuatro años antes, en los Juegos de Londres, llegó también con otras tres a la última fase y fue ella quien se quedó sin medalla en un final realmente cruel.

Ruth Beitia se negó a hablar sobre su futuro, dijo que competirá en dos reuniones más de la Liga de Diamante (Zúrich y París), en la que va líder de la general de altura, y luego vivirá día por día sin pensar en los Mundiales del verano en Londres ni en nada.

"Ahora quiero tomarme una cerveza fría, o dos, y abrazar a Ramón (su entrenador Ramón Torralbo) que ha estado todo este tiempo; la medalla olímpica también es suya porque ha sido consecuencia de nuestro trabajo de 26 años", señaló.