El piragüismo español se estrenó en el medallero olímpico por primera vez en los Juegos de Montreal,hace ahora 40 años. En Canadá, el cuarteto formado por los deportistas Herminio Menéndez, Luis Ramos Misione, José López Díaz y José Esteban logró la plata en la categoría de K-4 1.000 metros. Precisamente, la misma y última prueba que disputó ayer el combinado nacional en la Laguna Rodrigo de Freitas de Río de Janeiro.

Desde 1976, el deporte del kayak y de la canoa se convirtió en una de las bazas más serias para la consecución de preseas para España, a pesar de que atravesó una sequía de metales durante dos décadas, de 1984 hasta 2004. Entonces, con la llegada al podio del gallego David Cal, el canoísta más grande de todos los tiempos de este país y referencia de todos los que vienen detrás, cambió el cuento. Con su excelso ejercicio en la capital griega, posteriormente en Pekín y por última vez en Londres, el nacido en Cangas de O Morrazo se alzó con un total de cinco medallas.

Tras su retirada en 2012, otros han cogido su relevo. En Río, el piragüismo, en aguas tranquilas y en eslalon, se ha consagrado con cuatro nuevas medallas como el segundo deporte olímpico español más fructífero por detrás de la vela, con 16 metales en total. Una gloria que se ha fraguado en aguas nacionales con el trabajo diario constante de nuestros deportistas y entrenadores.

A principios de agosto, un total de once profesionales del deporte acuático español pusieron rumbo a Brasil. Ahora, una vez transcurridas todas las pruebas del campeonato, se ratifica el espléndido papel que han desarrollado todos y cada uno de ellos. Ocho finales de ocho posibles. Lo que se traduce en cuatro preseas -tres de oro y una de bronce- y otros tantos diplomas.

El catalán Saúl Craviotto se ha erigido como el auténtico heredero de Cal, ya que a uno y a otro solamente los distancia un colgante. El ilerdense acumula cuatro medallones, siendo de esta manera el español que recolecta más en activo junto con la nadadora Mireia Belmonte. El bronce cosechado ayer en K-1 200, marcando el mismo minutado que el alemán Ronald Rauhe, y el oro del pasado jueves en K-2 200, acompañado del gallego Cristian Toro, se suman a la plata de Londres, también en K-1 200, y al dorado de Pekín, en K-2 500 con otro galaico, Carlos Pérez Rial "Perucho".

Asimismo, la vasca Maialen Chourraut también se coronó como campeona olímpica, tras su tercer puesto en la capital británica, en la modalidad de kayak individual de eslalon. Pero los Juegos de Río han venido acompañados de gratas sorpresas y alegrías. De Maialen ya éramos sabedores de su faceta ganadora. Sin embargo, el palista Marcus Cooper Walz nos ha fascinado a todos venciendo en la prueba de kayak de 1.000 metros con una supremacía absoluta sobre el resto de sus rivales. El joven de 21 años, criado en las aguas cálidas de Mallorca, confirma con su actuación que ha llegado para quedarse en la elite del piragüismo mundial.

No obstante, no todas las victorias se traducen en medallas. También quedará para el recuerdo el comportamiento de Ander Elosegi, octavo en canoa eslalon, y el de "Sete" Benavides, que repitió el meritorio cuarto puesto de 2012 , en C-1 200, y se quedó a tan solo 21 milésimas del metal. Además de la intervención de Óscar Carrera, Rodrigo Germade, Javier Herranz e Íñigo Peña en la disciplina de K-4 1.000 metros, donde, ante la jerarquía de los alemanes, solo pudieron ser quintos, aunque en ganas e ilusión no les ganó nadie, pues tres de ellos debutaban en un evento de semejante magnitud. La lista continúa porque como decía, los logros no se miden en trofeos. Y si no, que se lo pregunten a Teresa Portela. La madre de Aldán lleva cinco participaciones consecutivas en Juegos Olímpicos y en Brasil, una nueva final.