Que a España le va la marcha es algo incuestionable. Parece como si las competiciones en las que participa fuesen como una búsqueda de la dificultad constante para luego mostrar la mejor imagen. Es casi como un automatismo. Como la necesidad de encontrar ese punto óptimo de adrenalina que le permite ofrecer la mejor versión cuanto mayor es el riesgo. Ante Lituania no quedaba otro registro que no fuese ganar y en esas la selección parece imbatible por cualquier otro combinado europeo.

El 109-59 que registró el marcador final no solo supuso la victoria olímpica más holgada en la historia del baloncesto español, sino también una magnífica oportunidad para que Sergio Scariolo pudiese dar descanso a sus jugadores más importantes. Sin ir más lejos, Pau Gasol solo necesitó de 23 minutos para dejar todo encarrilado y sin posibilidad de enmienda. Cinco triples tras una inmaculada serie llevaron su firma, pero también la apabullante sensación de superioridad sobre un Jonas Valanciunas empequeñecido ante la figura del gigante de Sant Boi.

Existen datos inequívocos de la fluidez con la que España desarboló por completo a la selección báltica, la misma que le había ganado los dos amistosos de preparación. Y es que el combinado nacional fue quien de anotar más lanzamientos triples que tiros libres. Lo que durante los tres primeros encuentros se había convertido en un talón de Aquiles, ante los lituanos se convirtió en un muestrario de puntería, confianza y equilibrio en el juego ofensivo. Una exhibición de acierto a la que también se sumó Ricky Rubio con hasta tres canastas más allá de la línea.

La determinación con la que jugador los de Scariolo quedó patente desde la primera acción. La traslación del balón de un lado a otro de la cancha fue mucho más rápida. Incluso hubo contraataques de manual en el que el balón no tocó el suelo. Todo ello redundó en un acierto fruto de una selección de lanzamientos espectacular en el que prácticamente nadie hizo un tiro mal efectuado. Y Lituania, ya clasificada, tratando de resguardarse como buena mente podía del chaparrón de canastas que estaba padeciendo.

Mención aparte merece el nivel defensivo mostrado por los españoles que apenas permitió algún tiro con ventaja a sus rivales. La actividad defensiva de jugadores como Rudy Fernández, Ricky o el incombustible Felipe Reyes, dentro de un gran nivel general, terminó por aburrir a los de Jonas Kazlauskas. Eso y la tremenda superioridad del juego interior español que aportó una producción de 60 puntos y 20 rebotes frente a solo 9 puntos y 15 rebotes de los lituanos.

Pero ahora toca mirar ya hacia Argentina. Ese equipo al que el seleccionador se refiere como "los competidores más fieros que existen" y cuyo último ejercicio de orgullo sobre una pista tuvo a la selección de Brasil como damnificada tras dos prórrogas de altísimo nivel baloncestístico.

Hoy será el duelo entre las dos generaciones doradas del baloncesto FIBA. Quizá sea uno de sus últimos enfrentamientos, más aún cuando la frecuencia de los mismos en competiciones oficiales es mínima. Y es que para encontrar el precedente más cercano hay que remontarse a una década. Fue en aquella semifinal del Mundial de Japón en la que un triple fallado desde la esquina por Andrés "Chapu" Nocioni permitió a España proclamarse campeona del mundo en la final ante Grecia.

A favor de las posibilidades del equipo liderado por Gasol juega el hecho de que Argentina ya está clasificada, además del tremendo desgaste acumulado por los principales jugadores del equipo de Sergio "Oveja" Hernández en la agónica victoria sobre Brasil. Otra cosa es que las combinaciones de resultados pueden hacer que incluso España esté clasificada antes de medirse a la selección albiceleste. Y es que si en el partido anterior Nigeria consigue doblegar a Brasil el pasaporte español a cuartos ya estaría autorizado sin necesidad de ganar su encuentro. De darse esta circunstancia España podría evitar el ir por el mismo lado del cuadro de Estados Unidos, algo que solo conseguiría en el caso de finalizar en la tercera o en la primera posición del grupo.

La única posibilidad de que los de Scariolo fuesen primeros de grupo pasa por ganar a Argentina y que Croacia haga lo propio a continuación con Lituania. En ese caso España sería primera de grupo. Y es que evitar a los Estados Unidos antes de la final, como ya sucediera en Londres, puede suponer un camino expedito para plantarse en la final.