La canguesa Teresa Portela se quedó a escasas dos décimas (45.326) de conseguir su primera medalla olímpica ayer en la final de K-1 200 en Londres. La kayakista volvió a rozar la gloria en la que fue su cuarta final olímpica, logrando una cuarta posición que la dejó a solo un puesto del podio.

La victoria fue para la principal favorita, la neozelandesa vigente campeona del mundo Lisa Carrington (44.638), mientras que la plata y el bronce se lo repartieron la ucraniana Inna Osypenko-Radomska (45.053) y la húngara Natasa Douchev-Janics (45.128), respectivamente.

De esta manera, Teresa Portela, de 30 años, logra su cuarto diploma olímpico. El conseguido ayer se suma a los dos de Atenas 2004 en K-2 500 y K-4 500 y el de Pekín 2008 también en K-4 500. En Londres era la primera vez que la de O Morrazo se enfrentaba en solitario a unos Juegos, y lo hizo en su distancia favorita, el 200, modalidad en la que es bicampeona del mundo (1999 y 2005).

Una mala salida tuvo la culpa de que la gallega no se colgase un metal. El pistoletazo de salida pilló descolocada a la canguesa y no pudo aprovechar una de sus virtudes, su salida explosiva. Con un esfuerzo titánico, Portela paleó hasta meterse en el grupo de favoritas y estuvo buena parte de la regata involucrada en la lucha por las medallas, alternándose con la húngara, la polaca Marta Walczykiewicz y la británica Jess Walker entre la tercera y la sexta plaza.

En los últimos metros, Teresa Portela apretó un poco más los dientes, colocándose en la tercera posición. Pero en las últimas paladas, la del Club de Mar Ría de Aldán pudo acusar el primer esfuerzo para remontar tras la salida, porque Natasa Douchev-Janics tuvo un punto más de fuerza que ella para superarla a escasos metros de la línea de meta.

El viento en contra tampoco ayudó a Teresa Portela. Aunque en la modalidad de 200, las palistas reman protegidas de las rachas laterales gracias a los graderíos que resguardan el canal de Eton Dorney por ambos flancos, los vientos a favor o en contra si que entran en juego. La corriente de aire en contra hizo que la gallega tuviese que realizar un gasto de fuerza todavía mayor, lo que endureció mucho más la remontada.

Teresa Portela vuelve a dejar pasar una gran oportunidad. Llegó a Londres en un gran estado de forma y como una de las grandes especialistas en la modalidad del 200, que se inauguraba en estos Juegos como distancia olímpica. El viernes, en las semifinales, la kayakista dejó muy buenas sensaciones, al conseguir el tercer mejor tiempo total y la segunda posición de su serie, por detrás de la neozelandesa Carrington y la ucraniana Inna Osypenko-Radomska. Pero ayer en la final cambió su suerte. Teresa Portela terminó la regata hundida, llorando desconsolada mientras atendía a los medios de comunicación. Otra vez se quedó a las puertas de las medallas en su cuarta participación olímpica y dejó la impresión de haber desaprovechado una ocasión que será muy difícil que vuelva a surgir.

En los próximos meses, la canguesa desconectará del mundo de la piragua para tratar de volver a conseguir la motivación necesaria para estar en los Juegos de Río de Janeiro 2016, a los que llegaría con 34 años, reto posible para la incombustible palista del Club de Mar Ría de Aldán.

Sete Benavides

Al igual que la gallega, el mallorquín Sete Benavides, que ayer participó en la final del C-1 200, se quedó a las puertas de la medalla. El balear, que mantuvo la segunda plaza la mayor parte de la carrera, marcó un tiempo de 43.038 segundos y perdió su posición en favor del lituano Jevgenij Shuklin (42.792) y del ruso Ivan Shtyl´ (42.853) en los últimos metros.

Aun así, Benavides superó en la final a palistas mucho más experimentados, como el francés Mathieu Goubel, séptimo con 44.045 segundos, o el bielorruso Dizianis Harazha, quinto con un registro de 43.545.