Al menos 24 personas han muerto en Nicaragua en las violentas protestas contra la reforma de las pensiones que, desde su estallido el pasado miércoles, están hundiendo al país en el caos pese al despliegue militar en las principales ciudades. Protestas y choques con la Policía y con simpatizantes del gubernamental Frente Sandinista se sucedieron ayer por quinto día, con su habitual cortejo de saqueos de establecimientos.

El presidente, Daniel Ortega, llamó el sábado al diálogo con el sector privado para abordar la reforma, que incrementa las contribuciones de trabajadores y empresas. Pero tanto la patronal como los obispos han instado a que cese la represión para abrir el diálogo.

El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CNDH) es el que ha elevado a 24 el número de muertos, en contraste con la cifra oficial de diez, a la que ha de sumarse la muerte por un disparo del periodista Miguel Ángel Gahona en la ciudad de Bluefields mientras transmitía un choque. Las víctimas incluyen estudiantes -iniciadores de un movimiento que, por el momento, no se vincula a ningún partido-, así como policías y simpatizantes sandinistas, acusados de atacar a los manifestantes.

"La situación es verdaderamente grave", denunció el CNDH. Desde Roma, el Papa expresó su consternación. "Estoy muy preocupado por todo lo que está pasando estos días en Nicaragua. Expreso mi cercanía con la oración por este amado país y me uno a los obispos para pedir que cese toda violencia", dijo Francisco en la plaza vaticana de San Pedro. La UE tachó de "inaceptable" la violencia y denunció ataques a la libertad de prensa, con bloqueo de medios y agresiones a periodistas.