La canciller alemana, Angela Merkel, defiende las "dolorosas" concesiones que impone el acuerdo con los socialdemócratas (SPD) de Martin Schulz para garantizar un cuarto mandato. Ante las crecientes críticas entre las filas de los conservadores, Merkel reconoció anoche en una entrevista televisiva que ha tenido que "pagar un alto precio" a cambio del apoyo de sus principales rivales políticos.

Dejar el poderoso Ministerio de Finanzas en manos de los socialdemócratas es la principal renuncia de la canciller. "Entiendo la decepción", dijo Merkel en la cadena pública ZDF, "pero ahora tenemos que demostrar que podemos comenzar con un nuevo equipo". Además anticipa una renovación generacional en el nuevo gabinete. "Tenemos seis puestos ministeriales para cubrir y debemos asegurarnos de que no sólo se considere para ocuparlos a los mayores de 60 años, sino también a las personas más jóvenes", señala.

Su preocupación ahora consiste en convencer a su partido de que las concesiones son asumibles con el objetivo de gobernar durante los próximos cuatro años. La CDU quiere votar el acuerdo de Gobierno en un congreso convocado para el próximo 26 de febrero, en el que podría quedar patente el descontento interno.

Pese a obtener, con tan solo el 20,5 por ciento de los votos, el peor resultado electoral de su historia, el SPD rentabiliza muy bien la derrota por la necesidad de Merkel de buscar un socio que le garantice estabilidad de gobierno. Además de la cartera de Finanzas, en manos de los socialdemócratas quedarán Exteriores y Trabajo. El líder de la Unión Cristiano Social (CSU), Horst Seehofer, achacó estas cesiones a la amenaza del SPD de abandonar la negociación si no se atendían sus pretensiones.

"Si la CDU tolera esta humillación, entonces renuncia a sí misma", manifestaba al "Bild" el expresidente de la bancada conservadora en el Parlamento alemán, Friedrich Merz. "Con esta estructura de Gobierno, la CDU se ha debilitado y ha perdido influencia", comentó al mismo diario el también miembro de la CDU Norbert Röttgen.

División

Entre los socialdemócratas también hay división y arrecian las críticas internas por parte de quienes cuestionan la conveniencia de unir a una formación conservadora el destino de un partido que trata de superar sus crisis internas y promover nuevas políticas. En este contexto, el SPD esperará a marzo para desvelar el nombre de los miembros que ocuparán cargos ministeriales en el futuro Gobierno de coalición, en un intento de calmar los ánimos tras el terremoto político vivido en la formación en los últimos días. "Le recomiendo a mi partido que las decisiones sobre cargos se tomen después de la consulta que haremos a las bases", dijo ayer el secretario general del SPD, Lars Klingbeil.

El acuerdo de Gobierno sellado con Merkel, que pondría fin a los más de cuatro meses de incertidumbre política en Alemania y despejaría a la canciller su cuarto mandato, se someterá a una consulta interna entre los más de 460.000 militantes del SPD, cuyo resultado será vinculante. Al aplazar hasta después de la consulta hacer público quiénes serán sus futuros representenates en el Ejecutivo, la cúpula socialdemócrata quiere evitar que la difusión de nombres ponga en peligro el beneplácito de las bases del partido al pacto de gran coalición. El SPD trata de impedir que se repita el episodio de días atrás, cuando el presidente del partido, Martin Schulz, se vio forzado a renunciar a su intención de ser ministro de Exteriores en el futuro Ejecutivo por la presión interna.