El presidente de EE UU, Donald Trump, se desmarcó ayer del acuerdo nuclear internacional firmado en 2015 con Irán, y anunció que el texto requiere reformas para que tenga interés para EE UU. De lo contrario, lo abandonará. En todo caso, la permanencia o salida de EE UU queda en manos del Congreso, que tiene un plazo de 60 días para pronunciarse.

Además, Trump ha dado luz verde al departamento del Tesoro para imponer sanciones a cruciales órganos iraníes, como la Guardia Revolucionaria (GR), a los que acusa de apoyar al terrorismo. Teherán ha anunciado que tratará a EE UU como "un país terrorista" si finalmente lleva a cabo las sanciones a la GR y, entre las medidas de réplica no descarta romper unilateralmente el acuerdo de 2015.

Trump, cuyo anuncio llevaba siendo aguardado desde hace días, pidió al Congreso que marque límites unilaterales o "líneas rojas" al acuerdo, a través de una enmienda de ley que establezca que, si Teherán incurre en ciertos actos, Washington le impondrá sanciones de modo automático.

El magnate exigió que las reformas se negocien con Irán y las otras cinco potencias firmantes del pacto (Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania) y que hagan frente a las "deficiencias" que, a su juicio, tiene el actual tratado. Sin embargo, Irán ya ha anunciado que no tiene la menor intención de volver a negociar el acuerdo, cuya laboriosa gestación consumió años de negociaciones.

El inquilino de la Casa Blanca considera que no está nada claro que el levantamiento de sanciones que se ha hecho a Irán guarde las debidas proporciones con "los beneficios" que reporta a Estados Unidos. En otras palabras, Trump no dice que Irán no esté cumpliendo el acuerdo, pero considera que, en su forma actual, no es bueno para el interés nacional de EE UU. La misma argumentación fue dada para denunciar los acuerdos de París sobre el clima o acuerdos comerciales multilaterales.

Tras la firma del acuerdo nuclear con Irán, el Congreso estadounidense aprobó una ley que exige al Presidente certificar cada 90 días que Teherán está cumpliendo con el pacto y que el arreglo sigue favoreciendo el "interés nacional" de EE UU.

En ausencia de la certificación, el Congreso tiene dos opciones: no hacer nada o volver a imponer a Irán las sanciones que EE UU levantó tras la firma del pacto multilateral. Pero Trump no se acoge ni a una ni a otra, sino que recomienda una tercera, las citadas líneas rojas o límites unilaterales, que funcionarían como detonantes de nuevas sanciones.

Esos "detonantes" que EE UU impondría unilateralmente tendrían que ver con el acuerdo nuclear en sí, pero también con asuntos como el programa de misiles balísticos iraní, que preocupa seriamente a Washington y ha sido una de las amenazas blandidas por el régimen de Teherán en las últimas semanas ante la inminencia del desmarque de Trump.

De hecho, el régimen de los ayatolás quiso dejar muy claro ayer mismo que no renunciará a su programa de misiles balísticos y aseguró que este "sólo tiene fines defensivos", por lo que, lejos de recortarlo, su pretensión es la de ampliarlo.

Rusia, el mayor aliado de Irán, criticó el giro adoptado por EE UU y aseguró que una eventual retirada del acuerdo nuclear causaría un gran daño a la seguridad y a la no proliferación en todo el mundo. Moscú resaltó que el abandono por Washington del acuerdo de 2015 conllevaría automáticamente la salida de Teherán y, por lo tanto, liquidaría el pacto.