El presidente de EE UU, Donald Trump, optó ayer por un perfil muy diplomático en un acto celebrado la víspera de la apertura de la Asamblea General de Naciones Unidas, que desde hoy, martes, reunirá en Nueva York a 126 jefes de Estado y de Gobierno. La reunión no solo permitirá la intervención de los principales dirigentes mundiales ante la ONU sino que propiciará numerosos encuentros paralelos.

Trump, que hizo de la crítica inmisericorde a Naciones Unidas uno de los puntales de su campaña presidencial de 2016 -un "club" de gente que se reúne para "pasárselo bien" era una de sus definiciones favoritas-, defendió ayer la necesidad de reformas en el funcionamiento de la ONU y alabó las iniciativas propuestas con ese fin por el secretario general, António Guterres. Gracias a ellas, dijo Trump, la ONU "está cambiando rápidamente".

"Animamos al secretario general a utilizar plenamente su autoridad para atajar la burocracia, reformar sistemas anticuados y tomar decisiones firmes para promover la misión central de la ONU", dijo el presidente de EE UU. Washington ha amenazado con importantes recortes de los fondos que aporta a Naciones Unidas -es el mayor contribuyente- y Trump insistió ayer en que ningún país debe asumir una "carga desproporcionada".

En su discurso, que como el de Trump fue pronunciado en un acto sobre la necesidad de reformar Naciones Unidas, Guterres afirmó que la organización debe buscar una reforma que la haga "ágil y efectiva, flexible y eficiente". Guterres señaló la burocracia, las "estructuras fragmentadas" y los "procesos bizantinos" como algunos de los principales defectos de la ONU y aseguró: "Estamos haciendo progresos hacia un audaz y amplio programa de reformas". Recurriendo a la ironía, el secretario general explicó que los problemas de burocracia que sufre la ONU a veces le hacen pensar si hay "una conspiración" para que las reglas de la organización sólo busquen "que no sea efectiva".