Una Europa a una sola velocidad avanzando unida hacia una mayor integración. Esa fue la propuesta lanzada ayer por el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, ante la Eurocámara durante su discurso sobre el estado de la UE. Juncker, que apenas habló del "Brexit", propuso la fecha de 2019, en la que está prevista la salida británica de la Unión, para oficializar un pacto de integración de todos los estados miembros en el euro y en el espacio Schengen. La entrada en vigor de este acuerdo se consumaría en 2025. En la actualidad sólo forman parte del euro 19 de los 28 miembros de la UE.

El avance hacia una mayor integración de la UE descarta, pues, para Juncker la Europa de geometría variable que defiende Francia y que, en varias ocasiones, han apoyado en los últimos meses Alemania -aunque con matices- Italia y España. La geometría variable, o Europa a varias velocidades, cuenta sin embargo con la oposición de numerosos países excomunistas, con Hungría y Polonia a la cabeza, flanqueadas por Chequia y Eslovaquia.

En el diseño de Juncker, que aborda su último año de mandato y ha anunciado que no se presentará a una reelección, los poderes de Bruselas deben reforzarse. Por un lado, unificando en una sola persona los actuales cargos de presidente del Consejo Europeo, que ahora mismo desempeña el polaco Donald Tusk, y el de presidente de la Comisión. La persona llamada a cubrir ese puesto habría de ser elegida por sufragio universal.

"El paisaje europeo sería más legible y más comprensible si el navío europeo estuviera pilotado por un solo capitán", proclamó Juncker. Sin embargo, este tipo de superpresidente nunca ha sido visto con buenos ojos por los gobiernos nacionales, que siempre han preferido al frente del Consejo Europeo a personalidades débiles que se plieguen a los designios de los Estados y, a su cabeza, a Alemania y a Francia.

Refuerzo económico

El segundo refuerzo afectaría al área económica. "Necesitamos un ministro de Hacienda y de Economía, un ministro europeo que pueda presentar reformas estructurales positivas en nuestros Estados miembros", dijo Juncker, quien matizó que no se trataría de crear un nuevo cargo, sino de que el comisario europeo de Economía y Hacienda, con rango de vicepresidente de la CE, asuma esas funciones y también la presidencia del Eurogrupo, el órgano informal que reúne a los ministros de Economía y Finanzas de la eurozona.

La idea de este ministro, aunque limitado a la zona euro, es una de las favoritas del presidente francés, Emmanuel Macron, quien también quiere un presupuesto y un parlamento propios para la eurozona, propuestas que no son vistas con buenos ojos por Alemania mientras no se avance en la integración presupuestaria y fiscal. "No siento especial simpatía frente a la idea de un Parlamento de la zona euro. El Parlamento del espacio euro es este Parlamento Europeo", recalcó Juncker, quien explicó que, en el ámbito de las cuentas prefiere "una línea presupuestaria para la eurozona" dentro del presupuesto de la Unión Europea.

Como complemento de estas iniciativas, Juncker propuso que el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE, instrumento de gestión de crisis responsable, por ejemplo de los rescates) se convierta "gradualmente" en un Fondo Monetario Europeo "firmemente arraigado en la UE". "La Comisión hará propuestas concretas en diciembre", dijo.

En otros ámbitos, y siempre con la vista puesta en el refuerzo de la UE, Juncker anunció la creación de un grupo de trabajo para garantizar el pleno respeto de los principios de subsidiariedad y proporcionalidad.