Tres nuevos países se sumaron ayer al boicot diplomático a Catar, después de que Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Baréin rompieran relaciones con él el pasado lunes, mientras que la mediación de Kuwait para resolver la crisis aún no ha dado frutos tangibles.

Mauritania se unió al órdago y retirará a su embajador en Doha, mientras que Jordania anunció que reducirá su representación diplomática en Catar. Senegal anunció su decisión de llamar a consultas a su embajador.

Entre tanto, el Parlamento turco dio luz verde al envío de más militares a una base en Qatar, tras aprobar dos acuerdos con Doha, en un claro gesto de apoyo a ese emirato.

Aparte, Catar negocia con Irán y Turquía para garantizar el suministro de alimentos y agua en medio del temor a una posible carestía de los productos básicos.

Terció en la disputa el presidente norteamericano, Donald Trump, que llamó al emir de Catar para proponerle una reunión en la Casa Blanca. El martes, Trump presumió en Twitter de que "línea dura" de los vecinos del emirato es, en parte, fruto de su presión. Trump visitó recientemente Arabia Saudí.