Una condena mundial casi generalizada acogió ayer la decisión del presidente de EE UU, Donald Trump, de retirar a su país del Acuerdo de París de 2015 contra el calentamiento global. La única excepción notable fue la del presidente ruso, Vladímir Putin, quien echó un cable a Trump al afirmar que la firma del acuerdo fue decisión del presidente Obama y, además, bromeó explicando que desde ahora los rusos podrán echarle a EE UU la culpa del extremado clima ruso. "Don't worry, be happy" fue su festiva conclusión.

Incluso la primera ministra británica, Theresa May, principal aliada de EE UU, mostró su decepción. En la UE fueron la canciller alemana, Angela Merkel; el presidente francés, Emmanuel Macron; y el presidente del Consejo italiano, Paolo Gentiloni, quienes encabezaron las condenas.

En Bruselas, la cúpula comunitaria, que se reunió con el primer ministro de China, Li Keqiang, cerró filas con Pekín en la voluntad de seguir luchando contra el calentamiento global "con o sin EE UU", palabras del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en rueda de prensa conjunta con el "premier" chino y con el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker. "Mientras China y la UE se comprometen con las futuras generaciones, EE UU comete un error histórico", añadió Tusk.

Merkel, cuyas relaciones son muy tensas con Trump desde sus choques de la pasada semana y principios de esta, expresó en tono serio su opinión de que "es una decisión muy lamentable" y añadió: "Lo expreso de manera muy contenida". Como es habitual en ella, Merkel se mostró enemiga de estridencias, pero dispuesta a dejar claro su mensaje: Alemania, Europa y el mundo están "más decididos que nunca" a luchar contra el calentamiento global en el planeta.

Por su parte, Macron fue terminante: "No hay plan B porque no hay planeta B". De este modo, el presidente francés mostraba su oposición a la voluntad apuntada por Trump el jueves por la noche de renegociar el Acuerdo de París, firmado en 2015 por casi dos centenares de países y que pretende conseguir que la temperatura media del planeta solo haya subido dos grados a finales de este siglo respecto a la que se le atribuye en la era preindustrial.

La retirada de EE UU del Acuerdo de París generará en el peor de los casos un aumento adicional de 0,3 grados centígrados, según explicó ayer un experto de la Organización Mundial de la Meteorología (OMM), dependiente de Naciones Unidas, que en todo caso se mostró pesimista respecto a la posibilidad de evitar el calentamiento reduciendo las emisiones de gases invernadero, ya que, precisó, estos tienen un efecto acumulativo y el CO2 permanece en la atmósfera durante cientos de años.

En todo caso, la salida de EE UU del acuerdo climático no podrá materializarse hasta dentro de casi cuatro años, el 4 de noviembre de 2020, un día después de las próximas elecciones presidenciales, según consta en las normas que rigen el pacto, aunque, claro está, pueden ser incumplidas por Washington cuando quiera. Cabe, pues, la posibilidad de que se llegue a ese abandono bajo un presidente distinto a Trump.

De momento, grandes ciudades (Nueva York, Los Ángeles, Chicago) y numerosos estados (Hawai, Minesota, Washington, California, Alaska, Arkansas, Arizona, Kansas, Colorado, Maine, Carolina del Norte, Connecticut y Nueva York, entre otros) han declarado su rebeldía frente a la decisión de Trump y su voluntad de que sus políticas energéticas cumplan con París.