El anuncio de la composición del nuevo Gobierno francés tendrá que esperar hasta hoy. Aunque estaba previsto que la lista de 15 ministros se hiciese pública ayer a última hora, a mediodía un comunicado del palacio del Elíseo adelantó que el presidente Macron se tomaba un día más para asegurarse de que ninguno de sus ministros tiene problemas fiscales o conflictos de intereses.

Macron, que fue investido el pasado domingo, pretende evitar el bochorno que se vivió en 2014 cuando, nueve días después de ser nombrado ministro de Economía, el secretario de Estado de Comercio Exterior, Thomas Thévenoud, tuvo que dimitir al trascender que durante varios años no había presentado su declaración de la renta. De igual modo, el ministro del Presupuesto, Jérôme Cahuzac, se vio obligado a dimitir en marzo de 2013 tras descubrirse que tenía cuentas secretas en Suiza y Singapur. En 2016, fue condenado a tres años de cárcel por fraude fiscal y blanqueo de capitales.

Al margen del compromiso de moralización de la vida pública en Francia, también trascendió ayer que la labor de formar un Gobierno con representantes de la derecha liberal, el centro, el socioliberalismo y la sociedad civil está causando más de un problema de encaje.

En espera de que se desvele el resultado final de los juegos de fuerzas, llegó una buena noticia para el ex primer ministro socialista Manuel Valls. Su partido, que todavía no ha ejecutado el expediente sancionador con el que le amenazó por apoyar a Macron, no presentará candidato en su circunscripción (Essonne, periferia de París) en las legislativas, como tampoco lo hará el presidencial REM. Por otra parte, la derrotada candidata del Frente Nacional y eurodiputada, Marine Le Pen, ha decidido concurrir a los comicios.