El presidente estadounidense, Barack Obama, aseguró ayer que la Casa Blanca responderá a la injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales de noviembre para favorecer al candidato republicano, Donald Trump. No obstante, Obama precisó que Rusia no manipuló las maquinas de votación y, por lo tanto, el recuento es válido, pese a que Moscú se infiltró antes del 8 de noviembre en las comunicaciones del Partido Demócrata para tratar de influir en la voluntad de los electores.

"No hay ninguna duda de que cuando un Gobierno extranjero trata de socavar la integridad de nuestras elecciones necesitamos responder, y lo haremos, pero en el momento y en el lugar que decidamos", dijo Obama en una entrevista. Horas después, en su última rueda de prensa del año, explicó que en la cumbre del G-20 celebrada en septiembre en China pidió expresamente a su homólogo ruso, Vladimir Putin, que "cortara" la intervención del Kremlin en la campaña.

"Le dije que habría graves consecuencias si no lo hacía y, de hecho, no vimos más injerencia en el proceso electoral", explicó, aunque también admitió que para entonces ya se había producido la filtración masiva de correos electrónicos del Partido Demócrata y de su candidata, Hillary Clinton.

Clinton rompió ayer su silencio para asegurar que su derrota en las elecciones se debió a la confluencia de dos acontecimientos "sin precedentes": el ciberataque ruso y la reapertura por el FBI, a solo una semana de las elecciones, de la polémica por su forma de gestionar las comunicaciones digitales durante su estancia en la secretaría de Estado.

Según una grabación publicada ayer por "The New York Times", Clinton culpó de su derrota, al menos en parte, a "rencillas" de Putin.