Once policías murieron en la madrugada del jueves al viernes en Cirze, una ciudad fronteriza con Irak y Siria, a causa de un atentado con camión bomba reivindicado por el Partido del los Trabajadores del Kurdistán (PKK). En el potente ataque, dirigido contra un control de la Policía antidisturibios, 78 personas resultaron heridas y el edificio de la comisaría de la ciudad, mayoritariamente poblada por kurdos, quedó reducido a escombros.

El primer ministro turco, Binali Yildirim, aseguró tras el atentado que su país se encuentra en una "guerra total" contra el terrorismo y prometió castigar a los "viles" autores de la masacre. "Ningún grupo terrorista podrá tomar como rehén a Turquía", sostuvo, y prometió que estos ataques no afectarán a la convivencia en el país. La semana ha sido especialemente cruenta en el sur del país. Al de ayer hay que sumar el ataque del pasado fin de semana contra una boda kurda en el que fallecieron 54 personas.

Asalto contra la oposición

Al PKK se le atribuyó también ayer un asalto contra un convoy de vehículos en el que viajaba el líder del Partido Republicano del Pueblo, el mayor partido opositor turco, Kemal Kilicdaroglu. El político salió ileso del tiroteo no así un escolta que perdió la vida. Sin embargo, la organización militar kurda negó que atacara deliberadamente a Kilicdaroglu.