Al menos 41 muertos y 239 heridos es el último balance del triple atentado del martes por la noche en el aeropuerto Atatürk de Estambul, uno de los de mayor tránsito del mundo, con 60 millones de pasajeros al año. Diez de los fallecidos eran extranjeros y tres tenían doble nacionalidad. Aún se desconocen los países de origen de las víctimas, pero el Gobierno español afirma que no hay españoles, aunque recomienda evitar el aeródromo. La única buena noticia del día después de la masacre, que el Gobierno turco sigue atribuyendo al autoproclamado Estado Islámico (EI), es el anuncio de normalización de relaciones hecho por el presidente ruso, Vladimir Putin, después de siete meses de enfrentamientos con su homólogo Erdogan.

El primer ministro, Binali Yildirim, sigue pensando, como ya hacía de madrugada, que el atentado es obra del EI. El "modus operandi" es similar a los de Bruselas -por el escenario de la matanza, un aeropuerto- y París, porque los terroristas, armados con fusiles de asalto, abrieron fuego indiscriminadamente contra los pasajeros y el personal de seguridad en el control de entrada a la terminal internacional, antes de activar los explosivos que llevaban atados a sus cuerpos.

Una de las explosiones se produjo en el interior de la terminal, otra justo antes de la entrada y la tercera en un aparcamiento.

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Otro dato que apunta a la autoría del EI es que el triple ataque coincide con la proclamación del "califato islámico", el 29 de junio de 2014, hizo ayer dos años.

En medio de la consternación y el horror, Putin pidió a su Gobierno que normalice totalmente las relaciones entre Rusia y Turquía, tras mantener una conversación telefónica con Erdogan. Ankara también normalizó días atrás sus relaciones con Israel.

Fue su primer contacto con el presidente turco tras el derribo de un caza ruso en la frontera turco-siria en noviembre pasado. La conversación pone fin a siete meses de tensión entre Moscú y Ankara, incluidas sanciones económicas, cancelación de proyectos conjuntos y enfrentamientos en la escena internacional, sobre todo, a cuenta del conflicto sirio.

"Quiero informaros de que, después de la carta que nos envió el presidente de Turquía (en la que se disculpó por el derribo del avión), se ha tomado la decisión de comenzar el proceso de normalización con los socios turcos", indicó Putin.

Y en un primer gesto para recuperar la confianza, anunció el levantamiento de la prohibición a los operadores turísticos rusos de vender viajes a Turquía, el segundo destino de los rusos antes de la adopción de las sanciones, con 4,5 millones de viajeros en 2014.