La tensión causada en el interior del Reino Unido por el "Brexit" se ha visto incrementada por la rebelión de los parlamentarios laboristas frente a su jefe de filas, el izquierdista Jeremy Corbyn, y por la negativa de este a dimitir o poner en juego su liderazgo en un congreso extraordinario del partido. Ayer mismo, en la Cámara de los Comunes, donde explicó a los diputados el Consejo Europeo de Bruselas, el primer ministro, el conservador David Cameron, espetó a Corbyn: "¡Por el amor de Dios, márchese de una vez!".

"Puede que juegue en interés de mi partido que él (Corbyn) siga sentado aquí, pero no va en interés de la nación", sostuvo Cameron, quien se ganó los aplausos de conservadores y laboristas.

El 80% de los diputados laboristas aprobaron el martes una moción de censura contra Corbyn, a quien reprochan su tibieza en la campaña de defensa de la permanencia. Un nutrido grupo de altos cargos laboristas planea, según se filtró ayer, la convocatoria de elecciones internas para desbloquear la situación.