La UE celebró ayer el Día de Europa con su peor semblante en décadas, acosada por unos niveles de desunión interna que encuentran su principal reflejo en el "Brexit", la crisis de los refugiados y la oleada de xenofobia y populismo que se apodera no solo de socios "jóvenes" como Polonia o Hungría sino de miembros fundadores como Alemania, Francia, Italia y Holanda.

El Día de Europa se celebra todos los 9 de mayo, desde 1985, en conmemoración del discurso pronunciado esa jornada de 1950 por el ministro de Exteriores francés, Robert Schumann. En su alocución, conocida como Declaración Schumann, el ministro galo propuso una administración conjunta franco-alemana para la producción de carbón y acero, primera piedra de lo que con el tiempo acabó siendo la UE.

En fecha como la de ayer alcanzó elevada temperatura el debate sobre el referéndum en el que, el próximo 23 de junio, los británicos se pronunciarán sobre su permanencia en la UE. El primer ministro británico, el conservador David Cameron, defendió que Reino Unido necesita a la UE para que le ayude en la lucha contra el yihadismo del Estado Islámico y para repeler a la "de nuevo beligerante" Rusia. Para Cameron, el "Brexit" pondría en peligro la paz y la seguridad de Europa.

En su recurso a la seguridad para sostener la permanencia en la UE, Cameron repasó la historia militar británica, invocando la memoria de Winston Churchill, el primer ministro que guió al país en la lucha contra el nazismo, para subrayar que "el aislacionismo nunca ha sido bueno" para Reino Unido.

El líder "tory", que aludió a los atentados de París y Bruselas, se mostró cauteloso para evitar decir que la salida de la UE rompería las relaciones con los demás Estados miembros -argumento criticado por los partidarios del "Brexit"- pero incidió en que dejar la UE "haría la cooperación más compleja legalmente y haría más lento el acceso a información vital".

La respuesta a Cameron llegó del jefe de filas de los conservadores euroescépticos, el exalcalde de Londres Boris Johnson, quien criticó con dureza que los partidarios de la permanencia en la UE aseguren que se ha conseguido una reforma de la misma, cuando esto, en su opinión, no ha ocurrido. "Debemos dejar de engañar a los británicos", afirmó Boris Johnson, quien advirtió que, una vez superado el referéndum, la UE "proseguirá sus esfuerzos para construir un país llamado Europa", lo que precisamente los euroescépticos pretenden evitar.