Los asambleas vecinales (caucus) de Iowa arrojaron ayer un resultado que deja muy abiertos los primeros compases de la larga marcha hacia la Casa Blanca, ese rosario de elecciones primarias demócratas y republicanas que se extenderá hasta bien avanzado el mes de junio y que decidirá el nombre de los dos únicos candidatos con opciones que se medirán en los comicios presidenciales del 8 de noviembre.

En el bando demócrata, los votantes no llegaron a hacer buenas las encuestas de última hora, que daban hasta tres puntos de ventaja al socialista Bernie Sanders sobre la exsecretaria de Estado Hillary Clinton, pero se quedaron cerca. Clinton se impuso al senador por Vermont con una escueta renta de apenas tres décimas (49,86% frente a 49,57%), cediendo así un empate técnico pero apuntándose el logro de ser la primera mujer en imponerse en los caucus de Iowa. Sin despreciar que la victoria de ayer le permite olvidar su derrota de 2008 ante un primerizo Obama.

El tercer candidato en liza, el exgobernador de Maryland Martin O'Malley, tuvo que confirmarse con un catastrófico 0,6%, muy por debajo del 4,5% que le asignaban las encuestas. El varapalo le llevó a anunciar el abandono de la carrera presidencial horas después de cerrarse las últimas urnas. Mientras, Clinton se apuntaba en su libreta sus primeros 23 delegados para la convención demócrata de julio y Sanders sumaba sus primeros 21. La cifra mágica que dará la mayoría está en 2.383.

Si las sorpresas son algo históricamente consustancial a los caucus de Iowa, fue en el bando republicano donde de verdad se produjeron. Para empezar, no ganó el magnate Donald Trump, el hombre que sin programa claro y con toneladas de exabruptos ha copado toda la atención mediática desde antes del pasado verano.

El republicano ganador fue el senador latino por Texas Ted Cruz, un ultraconservador cercano al Tea Party que recogió el apoyo del 27,6% de los votantes, lo que le valió 8 de los 29 delegados en juego. La cifra mágica para la convención republicana de julio está situada en 1.237 delegados. Cruz, al que las encuestas situaban en segundo lugar, a no menos de seis puntos de Trump, dejó al magnate en un 24,3%, que se traducirá en 7 delegados.

El reto para el texano, sobre cuyas posibilidades son escépticos muchos analistas, es no caer en la misma espiral en la que hace cuatro años se hundió Rick Santorum, quien tras ganar en Iowa se fue difuminando hasta tirar la toalla a mitad de carrera al comprobar que no podía seguirle el ritmo a Mitt Romney, quien al final sería el adversario de Obama en las urnas de la verdad.

Curiosamente, ha sido el tercer clasificado, el senador latino por Florida Marco Rubio, quien ha hecho correr más tinta, ya que al alzarse con el 23,1% de los votos -o sea, tan sólo 1,2 puntos menos que Trump-, dejó muy atrás las encuestas que le confinaban en un 10% y se colocó en el trío del que -a día de hoy y a expensas de lo que revele New Hampshire dentro de una semana- se espera que salga el candidato final. El resto de los republicanos quedaron por debajo del diez por ciento.

Tras conocer sus buenos resultados, Rubio, que se hace con 7 delegados, estaba exultante: "Este es el momento que dijeron que jamás ocurriría. Durante meses nos dijeron que no teníamos ninguna oportunidad. Decían que tenía que esperar mi turno". Mientras, Trump adoptaba un insólito perfil humilde para dar las gracias a sus votantes: "Iowa, os amo. Estoy honrado de haber terminado en segundo lugar". Por su parte, el vencedor Cruz, fiel a su estilo, celebró el triunfo con menciones a Dios y críticas a los "burócratas" de Washington. "Dios bendiga al gran estado de Iowa", exclamó.