Los gobiernos suníes de Bahréin, Sudán y Emiratos Árabes confirmaron ayer su apoyo a Riad tras los asaltos el pasado sábado a la embajada saudí en Teherán y al consulado en la ciudad iraní de Mashhad por manifestantes que protestaban por la ejecución del clérigo chií al Nimr. Arabia Saudí decidió romper sus relaciones diplomáticas con Irán, medida que ayer siguió en primer lugar el Ejecutivo bahreiní. Manama anunció la ruptura con Teherán y dio 48 horas de plazo para que los diplomáticos iraníes salgan del país. Bahréin es un país chií, aunque gobernado por una dinastía suní, y culpa a Irán de las protestas contra el Gobierno.

Sudán, aliado de Riad en la coalición contra el grupo rebelde chií de los hutíes en Yemen, se sumó a Bahréin y cortó relaciones diplomáticas con Irán "de forma inmediata". Y el Ejecutivo de Emiratos Árabes Unidos (EAU) no tomó una medida tan drástica, pero anunció su decisión de reducir su representación diplomática.

Las autoridades iraníes, por su parte, criticaron la decisión de Arabia Saudí y la tacharon de "apresurada" y resultado de la "frustración" y "debilidad".

Arabia Saudí suspendió todos sus vuelos con destino y origen en Irán. Marruecos y Mauritania también se solidarizaron con Riad. Turquía, por su parte, rechazó la aplicación de la pena de muerte por "motivos políticos". La ONU y Estados Unidos pidieron "contención" a los dos bandos, mientras los rusos, tras condenar los ataques a las sedes diplomáticas, se ofrecieron a mediar entre Riad y Teherán. Las renovadas tensiones de Oriente Medio derrumbaron ayer los mercados bursátiles mundiales, tanto que Wall Street estuvo a punto de tener su peor comienzo de un ejercicio en 84 años.