El Gobierno francés intentó reforzar ayer la eficacia del combate antiterrorista con la adopción de un proyecto de ley que prevé inscribir en la Constitución el estado de emergencia y retirar la nacionalidad gala a los binacionales condenados por terrorismo.

Anunciado por el presidente, François Hollande, tres días después de los atentados yihadistas que el pasado 13 de noviembre provocaron 130 muertos y más de tres centenares de heridos, el texto aprobado por el consejo de ministros deberá ser validado ahora por la Asamblea Nacional y el Senado, con una mayoría de tres quintos.

Los debates comenzarán el próximo 3 de febrero, pero la brecha ya está abierta entre quienes defienden esa medida y quienes cuestionan sus límites sobre los derechos individuales. El Ejecutivo busca dar una base jurídica más sólida a disposiciones incluidas hasta ahora en una ley ordinaria, más fácilmente modificable y contestable.

El actual estado de emergencia, decretado la noche de los ataques y en vigor hasta el próximo 26 de febrero, no es un "régimen de opacidad", según el primer ministro, Manuel Valls, y su inscripción en la Carta Magna permitirá evitar "toda deriva partidista".

La amenaza "nunca ha sido tan elevada" y en la guerra contra el terrorismo y el islamismo radical la eficacia "comienza con el refuerzo del sistema legislativo y de los medios humanos contra la radicalización", señaló el primer ministro.

La cifra de 1.000 individuos que se han unido desde Francia a grupos yihadistas en Siria o en Irak ya se ha sobrepasado, de los que unos 600 siguen allí, otros 148 habrían muerto y 250 han vuelto a territorio francés.

Más allá de "constitucionalizar" el estado de emergencia, el protagonismo del día lo acaparó el haber mantenido la retirada de la nacionalidad a los binacionales, una medida ante todo simbólica, "que en ningún caso permitirá que escapen de la Justicia" y se limitará a los condenados por crimen contra la nación y terrorismo. La legislación actual contempla esa posibilidad solo para los extranjeros naturalizados, pero ahora se busca ampliarla a todos los franceses, cuando la pena que reciban sea definitiva.

La ministra de Justicia, Christiane Taubira, anunció el martes en una radio argelina que esa medida, muy contestada entre las fuerzas de izquierda, no entraría finalmente en el texto aprobado por el consejo de ministros.

Por otra parte, el autor confeso de un atentado el pasado junio en Francia, Yasin Salhi, que decapitó a su jefe antes de tratar de hacer saltar por los aíres una planta química de Saint-Quentin-Fallavier, a pocos kilómetros de Lyon, se suicidó anoche en prisión.

Arrestado cuando trataba de abrir bombonas de acetona para provocar una gran explosión, Salhi, empleado de una empresa de paquetería, fue vigilado por radicalismo islámico entre 2006 y 2008 y entre 2011 y 2014.