Al menos 595 personas murieron en Siria desde el inicio de los bombardeos de Rusia, aliada del régimen de Bachar al Asad, el pasado 30 de septiembre, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, admitió ayer que no le "gusta nada" el dictador sirio, pero considera que es necesario contar con él para llevar a cabo una transición política. Para él, la solución pasa por un alto el fuego que abra paso a la ayuda humanitaria y frene el éxodo de refugiados.