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"Actualmente no se nota nada; no queda ni un refugiado en la estación de Keleti"

De izq. a dcha., la viguesa Sara Alfaro, Patricia Cobo y Carol Vázquez.

Europa representa actualmente un crisol de realidades dispares. Mientras el continente afronta una crisis migratoria sin precedentes, descrita como la peor desde la Segunda Guerra Mundial, el mundo sigue girando y la vida continúa para colectivos como los "Erasmus". Estos estudiantes universitarios viajaron bajo convenios establecidos entre sus centros e instituciones como la Universidad de Budapest (Hungría), que este año acoge a alumnos como Sara Alfaro.

La capital húngara ya no representa un foco mediático actualmente. La viguesa que hace poco menos de un mes se instalaba allí, observaba desde su céntrico piso de alquiler la vorágine de refugiados en las estaciones de Nyugati y Keleti.

Sara y su compañera de apartamento cruzaban a diario la plaza para hacer la compra y veían a las familias asentadas en un campamento improvisado, con niños y familias jugando y charlando.

En aquel momento, el conflicto se desarrollaba en las estaciones en las que los exiliados estaban bloqueados en el intento de penetración hacia Alemania. A pesar de la preocupación y advertencias de su entorno en esos momentos, Sara retrataba un contexto de calma, que prefirió ver con sus propios ojos. Una vez instalada en Budapest, comentaba: "El ambiente es muy tranquilo y pacífico, sin altercados, pero muy triste".

Sara explicaba que los únicos conflictos vividos durante aquellos días se quedaron en un altercado producido cuando una furgoneta llegó al campamento para repartir almohadas: "Los refugiados se peleaban por ellas gritando que por favor les dieran una".

También se percibieron momentos violentos cuando un grupo de neonazis, a los que se sumaron locales ebrios, invadieron la estación de Keleti para atacar a los refugiados: "Bajamos a la calle justo después de que los ultras causaran jaleo, pero solo vimos muchísima policía. Lo comentamos con otros erasmus y nadie se explica cómo pueden ir allí a incordiar".

Semanas después del desorden vivido en la capital húngara, Sara describe una ciudad en la que no ser percibe nada que se aproxime al conflicto vivido durante los días críticos. "Ya no hay ni uno en la estación", comenta Sara. Después de que Keleti fuera desbloqueada, los focos se trasladaron a asentamientos como Röszke (Hungría), Horgos (Serbia) o Nickelsdorf (Austria).

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