El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, rechazó ayer la formación de un Gobierno de unidad para hacer frente a la rebelión yihadista y suní que amenaza la integridad del territorio del país. Al Maliki arguyó que un Ejecutivo de chiíes, suníes y kurdos sería "un golpe contra la Constitución y un intento de poner fin a la experiencia democrática".

De esta manera, el contestado "premier" iraquí responde a las advertencias lanzadas desde el pasado sábado por EE UU, cuyo presidente, Barack Obama, declaró ese día que su confianza en Al Maliki estaba "rota".

Obama, además, supeditó la implicación militar de Washington -que no acarrearía en ningún caso despliegue de tropas, sino, a lo sumo, ataques aéreos- a la formación de un Gobierno de unidad. Precisamente la exigencia que el domingo reiteró el secretario de Estado, John Kerry, y que ayer Al Maliki rechazó de plano.

El primer ministro iraquí acusó a fuerzas políticas "que se han rebelado contra la Constitución" de unirse a las filas del yihadista Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) y de dar cobertura a la insurgencia suní para que pueda controlar la provincia septentrional de Nínive.

"En medio de las difíciles circunstancias no hemos escuchado a los socios políticos hablar de un respaldo al Gobierno y actúan como si fueran a repartirse el botín", lamentó Al Maliki. El primer ministro advirtió de que el país hace frente a "una feroz amenaza terrorista", que cuenta con la ayuda y el respaldo de países vecinos, a los que no identificó.

"Permaneceremos fieles a la voluntad de los iraquíes fortaleciendo el proceso democrático y celebraremos la primera sesión del Parlamento", elegido en abril pasado, agregó Al Maliki.

Entre tanto, el despliegue de los asesores militares norteamericanos prometidos por Obama empezó a hacerse visible ayer. En teoría, los expertos del Pentágono están en Irak para instruir a los mandos iraquíes, pero antes tienen la encomienda de comprobar si el Ejército de Bagdad aún mantiene intacta la cadena de mando, algo sobre lo que Washington tiene serias dudas.

Sobre el terreno, milicianos del ISIS atacaron ayer una de las principales bases aéreas de Irak y se hicieron con el control de tres pequeños campos petroleros, mientras sigue sin conocerse el balance de los enfrentamientos que la insurgencia suní y el Ejército de Bagdad libran desde una hace una semana por el control de la principal refinería, la de Biyi.

Un alto cargo de los servicios de inteligencia de EE UU afirmó el martes que los milicianos del ISIS "están bien posicionados" para mantener en su poder gran parte del territorio que controlan en el norte y el oeste de Irak, en caso de que el Gobierno central no organice una contraofensiva efectiva. En la última semana, el ISIS ha conseguido hacerse con el control de importantes ciudades como Mosul, avanzando hacia las fronteras con Jordania e Irán y acercándose a Bagdad.