El presidente estadounidense, Barack Obama, dejó ayer la puerta abierta a lanzar ataques aéreos selectivos en Irak contra los yihadistas suníes del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), aunque pidió al Gobierno de Bagdad un plan político claro para rebajar las tensiones sectarias.

En los jardines de la Casa Blanca, el presidente estadounidense, que el jueves y ayer se reunió con su equipo de seguridad nacional, solo descartó una opción militar: "No vamos a volver a mandar tropas estadounidenses a combatir en Irak".

"Cualquier tipo de acción que emprendamos para asistir a las fuerzas de seguridad iraquíes tiene que ir acompañada de un esfuerzo sincero para dejar de lado las diferencias sectarias" entre suníes y chiís, dijo Obama, que retiró a todos los soldados estadounidenses de Irak a finales de 2011, después de fracasar las negociaciones con Irak para mantener en el país algunos miles de efectivos.

La Casa Blanca ha sido sorprendida con la guardia baja por los rápidos avances de los yihadistas, apoyados por milicias de los jefes tribales y de elementos vinculados al antiguo partido único, que en solo cuatro días han avanzado por la ribera del Tigris y tomado el control de Mosul, la segunda mayor ciudad iraquí, y también de Tikrit.

La posibilidad de que los yihadistas, que se encuentran a menos de cien kilómetros de Bagdad, avancen hacia el norte de la capital ha elevado la alerta en la Casa Blanca, aunque, en todo caso, Obama explicó ayer que concretar los pasos que se han de dar en Irak "va a llevar varios días", por lo que quedarían descartados bombardeos este fin de semana, como adelantaban algunos medios estadounidenses.

Según la CNN, el Pentágono ha enviado el portaaviones "George H. W. Bush" al golfo Pérsico, lo que permitiría a Obama lanzar ataques tanto con misiles guiados desde los destructores que componen la flotilla del navío, como con cazas F-18.

Obama mostró una clara decepción por la pobre respuesta de las tropas iraquíes a los ataques yihadistas y se quejó de que "no estén dispuestos a luchar y defender su posición". EE UU se ha gastado 15.000 millones de dólares en entrenar y equipar a las Fuerzas Armadas iraquíes y en labores de inteligencia pensadas para facilitar al Gobierno de Bagdad los golpes contra la insurgencia. Washington ha provisto además a Irak de armas ligeras, artillería, misiles aire-tierra, helicópteros y ahora quiere acelerar el envío de cazas F-16 y helicópteros Apache.

El mandatario consideró que la desbandada iraquí ante los yihadistas muestra un problema de "moral y de compromiso que está finalmente enraizado en problemas políticos de los que ha estado plagado Irak durante mucho tiempo".

El primer ministro iraquí, el chií Nuri Al Maliki, aliado de EE UU y cercano a Irán, la mayor potencia de chií, ha sido reiteradamente acusado de no trabajar por la inclusión de los kurdos y del resto de los suníes en la vida del país, una división que se ha profundizado con la guerra civil en Siria, país con el que Irak comparte una frontera casi totalmente permeable.

Mientras, sobre el terreno, los yihadistas afirmaron haber hecho nuevos avances en las provincias de Kirkuk y Diyala, lo que fue desmentido por las autoridades. Las tropas gubernamentales bombardearon dos mezquitas en Biyi y Tikrit, en la provincia de Saladino, lo que causó al menos 33 muertos. El máximo líder chií, el ayatolá Alí Sistani, llamó a los fieles en el sermón del viernes a alzarse en armas contra el ISIS, lo que ha sido considerado como un elemento que incrementará el nivel de la violencia sectaria.