Los islamistas egipcios ya saben que tienen delante al poderoso aparato militar y policial del Estado, pero en su desafío se enfrentan también a la resistencia ciudadana de los autodenominados "comités populares", que ayer impidieron el inicio de varias marchas en El Cairo.

Armados con palos y barras y con la aquiescencia de las fuerzas de seguridad, estas milicias urbanas toman a diario las calles de la capital poco antes de que caiga la noche y comience el toque de queda. Pese a que los comités han actuado con el aparente consentimiento de las autoridades, a última hora del sábado el Ministerio del Interior difundió un comunicado en el que advirtió contra ellos, ya que "algunas personas los aprovechan para cometer actos contra la ley".

Sin embargo, el efecto intimidatorio de los comités llevó ayer a la cancelación de al menos dos de las nueve protestas convocadas por los seguidores de Mursi en los barrios cairotas de Doki e Imbaba.

Como ejemplo, decenas de jóvenes instalaron vallas frente a la mezquita Asad bin Al Forat de Doki -conocida por los sermones de un jeque radical- e inspeccionaban los vehículos. Cuando algún viajero de minibuses o taxis despertaba sus sospechas por su actitud o apariencia -una barba larga dispara las alarmas-, los comités le hacían bajar del vehículo para registrarlo.Aquí y ahora, los comités populares tienen el mando.