Los disturbios que durante toda la semana se han registrado en la periferia de Estocolmo se extendieron durante la madrugada del viernes a otras ciudades, pese a que en las últimas se había reforzado el despliegue de la policía.

En Örebro, al oeste de la capital, grupos de enmascarados se enfrentaron a la policía y la comisaría local fue atacada. En Linköping, al suroeste, también hubo incendios de coches y ataques a una escuela y a una guardería.

Una veintena de personas fueron retenidas por la Policía en suburbios del norte, el oeste y el sur de Estocolmo, zona de población inmigrante muy afectada por los recortes del gobierno conservador. Las autoridades descartan que los disturbios sean obra de grupos organizados y los atribuyen a pandillas espontáneas.

Los bomberos realizaron 40 salidas la noche del viernes en barrios como Tensta, Rinkeby, Norsborg, Jordbro y Årsta, menos de la mitad que hace dos días. Coches, restaurantes, escuelas, comisarías y mobiliario urbano han sido objetivo de los ataques incendiarios en una veintena de barrios de la capital.

Unos sesenta extremistas de ultraderecha recorrieron en coches la periferia de la capital y provocaron algunos incidentes en Tumba. Los disturbios estallaron la semana pasada cuando un inmigrante con problemas psíquicos murió por disparos de la policía en su apartamento en Husby, al oeste de Estocolmo, donde se había encerrado con su compañera.

Los suecos denuncian las cargas policiales contra niños y ancianos y e insultos como "negros", "ratas" o "monos" proferidos por agentes contra inmigrantes. Aun reconociendo la marginalidad de los suburbios, el Gobierno ha encarado la cuestión como un problema de orden público.

"Me irritan mucho quienes intentan convertir a los lanzapiedras en portavoces de Husby (un barrio de 12.000 habitantes al oeste de Estocolmo, donde empezaron los primeros disturbios la noche del pasado domingo) u otros suburbios", ha dicho el ministro de Integración, Erik Ulenhag, que ha defendido una mayor presencia policial en la periferia de Estocolmo.

La oposición ha pedido responsabilidades políticas al Gobierno, aludiendo a los recortes sociales de los últimos siete años, acusaciones negadas por el primer ministro, el conservador Fredrik Reinfeldt, quien tardó casi dos días en pronunciarse.

Reinfeldt ha rechazado que exista una Suecia segregada, tachando de oportunista a la oposición y trazando una línea clara entre los "hooligans" y "nuestros héroes", los vecinos que se han manifestado estos días en varios barrios a favor de la calma.

Lo que Reinfeldt ha obviado es que buena parte de esos vecinos también han protestado por la marginalidad que sufren, reflejada en que en algunos de los suburbios la proporción de jóvenes de entre 20 y 25 años que ni estudian ni trabajan llega hasta el 40 %.

Un informe publicado recientemente por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) muestra que Suecia es el país de la zona donde la pobreza relativa aumentó más entre 1995 y 2010.